No queremos gobiernos que nos programen la vida
Eclesiastés 10:20
“Ni en tu pensamiento digas mal del rey”.
Sé que
cuando los tiempos son peligrosos el prudente se calla la boca y no manifiesta
su desacuerdo con el gobierno (Am. 5:13); pero no siempre. Es peor la mordaza
en la boca que el cuchillo en el corazón. Si uno no protesta y procura hacerse
libre, más será la opresión. El que no ama su libertad y la de sus hijos ni la
procura, no la merece. De quien único no se puede pensar mal es de Dios. Si el
rey es malo, quiero decir el gobierno, hay que cambiarlo. Como se pueda. Si no con pólvora entonces con
gritos. Hoy hay medios para hacer que un grito llegue muy lejos. Y que lo oigan
los compinches de los abusadores, dentro y fuera de su reino. Siempre los que
tienen dinero tienen el poder. A veces se rodean de canallas y delatores que
por un bajo precio descubren disidentes, subversiones y patriotas. Mas no son
omnipotentes ni omniscientes, y sí pensaremos cómo derribarlos o cómo huir de
sus dominios y ponernos fuera del alcance de sus tiranías y donde hablemos alto
nuestras verdades para que la opinión pública la oiga. Exigiremos ser libres, decir lo que pensamos,
escribir lo que opinamos, viajar donde queramos, poseer lo que podamos,
vestirnos como seamos capaces y comer lo que nos guste. No queremos reyes que vilmente llevan la espada, ni gobiernos que
nos programen la vida. Señor, gracias por nuestra libertad, gracias por nuestra
democracia, a pesar de ser defectuosa y con políticos corruptos.
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