Cierto que han matado muchos dioses pero queda Jehová, invicto


Isaías 36:13-20
"Entonces el Rabsaces se puso en pie y gritó a gran voz en lengua de Judá,  diciendo: Oíd las palabras del gran rey,  el rey de Asiria. El rey dice así: No os engañe Ezequías,  porque no os podrá librar. Ni os haga Ezequías confiar en Jehová,  diciendo: Ciertamente Jehová nos librará;  no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria. No escuchéis a Ezequías,  porque así dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz,  y salid a mí;  y coma cada uno de su viña,  y cada uno de su higuera,  y beba cada cual las aguas de su pozo, hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra,  tierra de grano y de vino,  tierra de pan y de viñas. Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones cada uno su tierra de la mano del rey de Asiria? ¿Dónde está el dios de Hamat y de Arfad?   ¿Dónde está el dios de Sefarvaim? ¿Libraron a Samaria de mi mano? ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado su tierra de mi mano,  para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?".

Le dijo: “Mi experiencia con las religiones y los dioses es la misma; estoy sobre ellos, tu Dios es igual que los que ya he derrotado, no es más que una invención, un mito, y si existe, yo y mi ciencia lo derrotaremos y no existirá más”. Oh, mentiras y más mentiras. Hoy los descendientes del Rabsaces dicen: “Tenemos la artillería de la ciencia, la investigación científica, la crítica bíblica, torturadores de doctrinas, teólogos librepensadores a nuestro servicio, todo el progreso humano y la tecnología; por lo tanto, el hombre moderno acabará con los dioses antiguos, purificará de dioses su historia, hará un mundo nuevo y sin religión. Este mundo es del hombre, sólo para el hombre, el hombre será su dueño absoluto, todo el bien y el mal está en el hombre y no queremos ni admitimos una opinión más allá del hombre; formaremos un hombre nuevo, ateo, secular y postmodernista”.

Así habla actualmente el Rabsaces de la ciencia que como “hombre de pecado” se cree Dios y se sienta en el templo del universo como si fuera Dios y se opone a todo lo que se nombre divino o sea objeto de culto (2 Te. 2:4). Todas son mentiras y pretensiones de estos Rabsaces que se creen Dios porque han hecho morir unas cuantas religiones con sus investigaciones arqueológicas y bajo la rueda del avance científico. Cierto es que han matado los dioses de Hamat, Arfad, de Sefarvain, pero no matarán al Inmortal, Invisible, Dios de Israel y del Señor Jesucristo. Dura cosa es dar coces contra el aguijón, y algún día el Hijo del Hombre descenderá en las nubes del cielo y matará a este anticristo científico, a esa “falsamente llamada ciencia” con el resplandor de su venida y con el espíritu de su boca, y toda lengua confesará que Jesús es el Señor para gloria de Dios, y probará que la ciencia no era tan anticristiana como ellos deseaban ni la fe tan anticientífica como pretendían (Flp. 2:9-11). Amén.

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