No debes anticiparle una derrota al Espíritu Santo
Eclesiastés 11:4-6
“El que al viento observa, no
sembrará; y el que mira a las nubes, no segará. Como tú no sabes cuál es
el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer
encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. Por
la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no
sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente
bueno”.
Es uno de los
mejores textos de Salomón. Muy propio para nuestra labor de sembradores de la
preciosa semilla. Consejos para sembradores. Si miras las condiciones del alma,
sus lamentos y pasiones, dobleces y
vicios, no sembrarás la simiente preciosa de la palabra de Dios ni cosecharás
sus preciosos frutos. No debes anticiparle una derrota al Espíritu Santo porque
tú no sabes cómo él trabaja; si miras las circunstancias y observas los tiempos
desfavorables y la dureza de los corazones, te desalientas y no crees, y por
ende el Señor no puede hacer ningún milagro con tu testimonio; observa no el
viento sino a Dios, mira a sus promesas; es del Señor el resultado y no tuyo.
Tú ignoras la obra de Dios; tú no sabes como Dios regenera a un pecador y como
“crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta” o mejor dicho, “el viento
sopla de donde quiere y oyes su sonido pero no sabes…” muchas cosas de él (Jn.
3:8); sabes que es por la Palabra y por el Espíritu pero el trabajo de ambos es
incomprensible. Ora con fe y trabaja con fe, aunque no sepas cómo se hace, el
que lo hace sabe cómo hacerlo. El v. 6 quiere decir que exhortes a tiempo y
fuera de tiempo cuando hay esperanza y cuando no la hay (2 Ti. 4:2,3).
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