Fe fingida y el autoengaño
1 TIMOTEO 1:5
Atendiendo al
Nuevo Testamento tengo que responderme que no, porque los apóstoles dudaron;
“De inmediato Jesús extendió la mano, le sostuvo y le dijo: --¡Oh hombre de
poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mt. 14:31).
“Y él les dijo: --¿Por qué estáis miedosos, hombres de poca fe? Entonces se
levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza” (Mt.
8:26). Y existen otras ocasiones donde
se dice lo mismo, dudaban. Si la fe de ellos hubiera sido fingida Jesús no les
hubiera reprochado usando la palabra poca; él no habló de la
autenticidad de la fe de ellos sino de la cantidad; era una desesperante
situación cuantitativa. No que tuviera mala calidad, que fuera una simple
imitación de la genuina. No, las dudas en un cristiano no demuestran que no
tiene fe, sino que no tiene mucha. Te hacen sufrir, disminuyen tu éxito en
la vida cristiana, no te dejan disfrutar plenamente tu esperanza, pero no te
descalifican para la salvación. Eres cristiano como el que más lo sea, aunque a
veces tengas dudas.
Es cierto que desear
creer no es creer, pero es un prerrequisito para creer; y los que ya creen desean
creer porque siempre les parece que no tienen la suficiente. Tus deseos de
tener fe no tienes que anteponerlos a la fe misma porque son un resultado de
ella. En cuando al conocimiento, cierto es que tú sepas lo que debes
creer no garantiza que lo creas, pero ¿cuándo has conocido un creyente que no
conozca lo que cree? Tampoco el conocimiento que posees debes juzgarlo como
opuesto a tu fe, aquellos que tienen mucha fe conocen mucho y siguen queriendo
conocer más. En cuando a las ocasiones
en que las dudas ocurren, sabemos que no son sistemáticas; el cristiano
duda, pero no siempre duda, no permanece dudando todo el tiempo. Y hay otra
cosa que respalda tu fe para no pensar que es fingida: la sinceridad de tu
vida cristiana. Los que fingen la vida cristiana sí pueden pensar que
tienen fe fingida, pero los que son sinceros en su profesión, no tienen
por qué inquietarse que no tienen fe genuina. Quizás juzgues que no has alcanzado
toda la sinceridad que deseas con tu fe, que ella algunas veces es más
optimismo que fe, que es demasiado emocional y circunstancial, pero si estás
seguro de la sinceridad de tu profesión cristiana, si la motivación de tus
actos es limpia, si tienes una conciencia libre, si no finges la vida
que llevas, tu fe tampoco es fingida, es sincera. Creer en Dios no es lo mismo
que tener fe; la Biblia dice que “los demonios creen y tiemblan” (SANTIAGO
2:19); él cree en Dios, pero no tiene fe y vive como los diablos. La frase fe
no fingida aparece dos veces en el Nuevo Testamento y las dos en las cartas a
Timoteo, un pastor (2Ti. 1:5). Y es donde menos debiera ser encontrada la hipocresía,
entre los ministros del evangelio.
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