El uso de palabras cariñosas con Dios
GÁLATAS 4:5-7
“Para que
redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción
de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo;
y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”.
Esa palabra
Abba es un diminutivo en hebreo de la palabra padre. El punto para el apóstol
es convencer a los judaizantes es que por medio de Jesucristo ya somos hijos de
Dios y más que eso, por supuesto, herederos de toda la fortuna de Dios. Dios es
el propietario de nosotros los afortunados herederos. Los legales herederos. Y
como siempre, el apóstol insiste en la legalidad de nuestra relación con Dios,
y aquí se refiere principalmente a recién convertidos, para animarlos a
continuar disfrutando de esa relación normal, legal, filial, íntima, para
regocijo de los creyentes judíos o gentiles convertidos al cristianismo. Utilizar
esa palabra en español sería llamarle a Dios papito, papi, así como la usa
nuestros hijos con nosotros. Yo no leo en ninguna parte de que el apóstol Pablo
cuando orara usara la palabra abba, para dirigirse a Dios. Simplemente le llama
Padre, y esa fue la palabra que usó Jesús cuando enseñó a orar a sus discípulos
en nuestra, llamada, oración modelo. Téngalo presente, esa palabra aramea, o
hebrea, es una ilustración que usa Pablo para dirigirse con ternura a sus
recién convertidos. Lo que tienen la adopción de hijos, los que tienen el
Espíritu de Cristo, el espíritu de la libertad, el espíritu que opera un cambio
social, dicho de esa manera, en relación con Dios. Ésa, explicación tiernísima
la utiliza el apóstol para que cuando aprendamos la doctrina de la
justificación por medio de la fe no resulte en una teología, en una doctrina
seca, como no lo es ninguna de las doctrinas de la justificación, que son tan
deliciosas y nos permiten disfrutar a Dios de una manera soberana. Es para
saltar de gozo, y decir ¡yo soy hijo, yo soy hija, de Dios! ¡Soy heredero, soy
heredera!, de todas las propiedades de la salvación que me transfirió
Jesucristo, de todos los tesoros de a través de él, de todas las riquezas que
heredamos de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. No hay gozo tan grande
que pueda suscitar nuestra predicación cuando enseñamos estas cosas cosa sin
sentimentalismo humano, sino realidades doctrinales y espirituales enseñadas
por el Espíritu Santo, para nuestro disfrute. Y por todo el oro y la plata del
mundo, cambiaríamos, venderíamos ninguna de esas realidades llamadas doctrinas.
Nuestra relación con Dios, con su Hijo, y con su Espíritu Santo, no es mística,
santurrona, sino real para el disfrute privado cuando postrados en oración
miramos a Dios y le llamamos Padre, con casi deseos por su realidad, con casi
deseos de abrazarlo, decirle palabras cariñosas y hasta enviarles ósculos
santos.
Otras dos
palabras hebreas que aparecen en la Biblia son sibolet y shibolet; si quiere
saber quiénes la dijeron y lo que significa, lea en mi blog oprimiendo el
enlace arriba.
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