No toquen a nuestra puerta, estamos escondidos con Cristo
El
asunto está en que ambas explicaciones de la enfermedad, la que no menciono por
nombre porque la conocen y es de palpitante actualidad, aunque satisfacen a la
atribulada y asustada sociedad, dejaron de exhortar espiritualmente a la
audiencia para que se humillara, pidiera perdón por sus pecados, para que se
santificara, para que fuera mejor cristiana, para que se pareciera más a Dios,
y hubiera sido perfecto si se les dijera que regresaran a Jehová Dios Padre.
Consolando, santificando y evangelizando. En estos temas es importante por la
naturaleza de esta plaga, no egipcia, la cuidadosa lectura del comportamiento
de Dios y del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, no solamente en los
salmos sino también en los libros históricos. Esta enfermedad debe ser tomada
como un llamado para que el mundo se dé cuenta de lo frágil que es y busque a
Dios, no solamente para consuelo sino también para que depure su mensaje, para
que sea más teológico, para que se santifique y se lave los residuos de la
escoria de su humanismo social. Cuando concluya la epidemia la iglesia debe
quedar limpia, más espiritualmente interesada en los asuntos divinos y en
componer las vidas de su sufrido contexto histórico.
No
se trata solamente que recibamos la gracia de Dios para que nos ayude a
transitar por esta situación, sino para que seamos mejores creyentes cuando
ella concluya. Y ¡en esperanza digo: va a concluir! Es la hora histórica de
evangelizar y de la santificación. Crear un mundo mejor, menos secular, menos
hedonista y menos narcisista. Las buenas intenciones de los púlpitos no deben
ser solamente psicológicas sino espirituales. El pragmatismo de la psicología
está acabando con la vida espiritual de las iglesias. Las predicaciones y los
estudios bíblicos no deben ser solamente pragmáticos, psicológicos, y la Biblia
utilizada con todas sus bellísimas promesas espirituales y de fe, para uno
sentirse mejor, para ser más optimista, que no es lo mismo que tener más fe,
pero explicada no espiritualmente. Dios no comunica la fe por esa vía, y por
ende no cambia a nadie en el sentido redentor, y la gente sigue siendo secular,
hedonista y narcisista. Mas bien se confirma en ese estilo de comportamiento.
Esta epidemia, o pandemia, lo mismo que las de la Edad Media, necesita algo más
que medicinas y buenos consejos, para sobrevivir, lo cual sería solamente
embotar el filo de la espada divina que debe llegarnos hasta los tuétanos y
darnos a conocer las intenciones del corazón (Hebreos 4:12.13). Nuestra familia
ahora aislada para evitar la propagación del contagio, nadie toque a la puerta,
no miraremos al mundo ni con medio ojo, ni por una rendija, porque estamos
incomunicados, ya hemos muerto, dennos baja en el registro de enfermos, des
entubados, nuestros nombres borrados del mundo, y ya escritos en el libro del
paraíso, porque hemos muerto al pecado y estamos escondidos con Cristo en
Dios (Colosenses 3:3).
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