LA CRUZ ES EL SITIO donde se colocan los pecados y se recibe interminable perdón
JUAN 12:27-33
“27 Ahora está turbada
mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a
esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo
he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 29 Y la multitud que estaba allí, y
había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha
hablado. 30 Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino
por causa de vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe
de este mundo será echado fuera. 32 Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos atraeré a mí mismo. 33 Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a
morir”.
En esas primeras palabras Jesús habla consigo mismo
"mi alma está turbada y no le pediré al Padre que pase de mi esta hora
porque para eso he llegado hasta este momento" (v. 27). Después Jesús
invoca al Padre y le pide que glorifique su nombre, e inmediatamente llegó la
respuesta celestial, porque no hay motivación más grande en cualquier oración
que pedir y buscar la gloria de Dios. Si lo que uno quiere como Jesús es
glorificado en nombre de Dios, la garantía de respuesta es pronta y segura (v.
28). Nadie puede glorificar mejor a Dios que él mismo por medio de Cristo.
Sin embargo aunque la voz de Dios se escuchó, muchos
pensaron que era un insólito trueno porque no estaba lloviendo, ni había
amenaza de lluvia, lo que oyeron fue ruido y se quedaron tan ignorantes del
contenido del mensaje, y ajenos a su testimonio, como si hubiera sido solamente
el estrépito de una descarga eléctrica, porque los oídos naturales cerrados a
las cosas del Espíritu no pueden escuchar nada que sea sobrenatural y cuando lo
oyen lo descalifican al nivel de la creación, mintiendo al decir que no es más
que un fenómeno de la naturaleza impersonal. Así son los hombres sin oídos
abiertos por Dios.
Hay otra clase de personas que también formaban
parte de los oyentes de Jesús, los que afirmaron que se trataba de la voz de
“un ángel” (v. 29), que tampoco lo era aunque se aproximaron a la verdad sin
alcanzarla. Jesús les explica que aquella oración suya tuvo una respuesta
pública con el propósito que creyeran en él; le había pedido que glorificara su
nombre y el Padre al hablarle de modo tan alto tenía en mente hacer discípulos,
porque si hubiera querido que sólo Jesús le escuchara, ninguno habría oído
nada; y al decirles que si se oyó Dios tan alto, no la desperdicien y acepten a
Jesús.
Aclarado el asunto del trueno, Jesús anuncia el
sitio de la derrota del diablo por vía legal, porque delante del juez justo ya
no valen sus acusaciones de que infringimos la ley de Dios, porque la muerte de
Jesús fue una muerte legal, en cumplimiento de la pena dictada sobre todos
nosotros, por lo cual ya la ley no puede más, la cumplió Jesús. En ese sentido
el diablo es echado fuera porque ya no tiene nada que hacer como acusador
"delante de nuestros hermanos" (Apc. 12: 10); por lo cual el apóstol
Pablo dice que "despojando a las potestades superiores", triunfó sobre
ellas en la cruz (Col. 2: 15). En cuanto a eso de que "si fuere levantado
de la tierra a todos atraeré a mí mismo", hay quienes afirman que se trata
de la resurrección, y eso tiene algún valor puesto que él “fue resucitado para
nuestra justificación” (Ro. 4: 25) porque la cruz no está completa sin
ella, pero por el contexto pudiera
referirse más al alzamiento en el Gólgota que a la ascensión en el Monte de los
Olivos. Por otra parte el mismo evangelista interpreta sus palabras y dice que
da "a entender de qué muerte iba a morir" (v. 33).
La atracción hacia Jesús es un equivalente al perdón
de pecados y la fe en él, y eso ante todo ocurre en la cruz y no en la tumba
vacía. No es para mermar la importancia de la resurrección, porque de cierto
ella sella todo lo otro y justifica la cruz, pero Jesús está hablando en cuanto
al diablo de una derrota y de un triunfo legal por medio del cual ese espíritu
maligno pierde todo los poderes, les son retirados por el Padre al cumplirse la
paga del pecado y la satisfacción jurídica de todas las demandas o
"anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz" (Efe. 2: 15;
Col. 2: 14). De lo que habla Jesús es de
la doctrina de la justificación, y obligadamente eso tiene que ver con la cruz
donde perdería el príncipe de este mundo todos sus poderes, y es en el mismo
sitio donde colocamos nuestros pecados y recibimos absolución, e interminable
perdón, en la cruz.
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