Hermanos con impedimentos físicos
2 Samuel 9: 1-3
“¿Queda alguien a quien yo
pueda mostrar la bondad de Dios?”. Es mejor esa traducción que “misericordia”
en RV.
“¿Queda vivo alguien de la familia que amo para usar bondad con él?”.
Este
capítulo es una joya dedicada por el Espíritu Santo a los hermanos con
impedimentos físicos en la iglesia. No trata de otra cosa que de la
misericordia que se usa con Mefi-boset, un hijo lisiado, de Jonatán. David,
lleno de amor por su prójimo quiere hacerle misericordia a la casa de Saúl que
Dios había desolado, y sabiendo de éste le extiende su perdón y benevolencia.
Dos cosas principalmente se
repiten en el texto; la primera, que era lisiado de sus pies (vv.3, 13)
y la segunda que aun teniendo ese defecto se sentaría diariamente a disfrutar
los manjares y la presencia del rey como si fuera uno de sus hijos (vv. 7,11).
La causa por la que este hombre quedó lisiado de ambos pies se cuenta en 2 Sa.
4: 4. Por lo menos tres veces se hace referencia en los anales
divinos a la incapacidad y deformación
de los pies de Mefi-boset. ¿Por qué crees que se repite? Por supuesto que no es
para burlarse de él, Dios sólo se burla del impío que quiere burlarse de él, no
de alguna criatura suya que ha nacido o por accidente ha quedado minusválida;
tampoco para humillarlo o humillar a los que son como él. Al contrario, se hace
énfasis por la misma razón que se cuentan varias veces las caídas espirituales
de algunos santos, para consuelo y esperanza de los que se hallan en semejante
caso. Los que tienen los pies lisiados, las manos secas o cualquier otro
defecto físico pueden sentarse, del mismo modo que los sanos, a la mesa de la
gracia del Señor Jesucristo.
Aunque ya no puedan andar derecho, sí pueden
disfrutar de los mismos privilegios que disfrutan los príncipes. Dios no ama
menos a sus criaturas porque hayan nacido o sufrido algún tipo de impedimento
físico. Todos sabemos cómo sufren los impedidos, como algunas veces son
humillados y objeto de malos tratos, como le pasó a Mefi-boset (19: 4-29), pero
por encima de todo eso se halla el amor divino y los invita a disfrutarlo como
el que más, sin sentar a Dios en el banquillo de los acusados cuando las cosas
que pasan sólo él tiene la última explicación (Éxodo 4:11). Y nosotros con nuestras limitaciones de
orden espiritual o moral, también somos solicitados por la bondad del Hijo de
David para que compartamos los manjares del plato de su gracia.
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