Su vejez y mala salud no es algo que le machaca su ánimo
2 Timoteo
4: 6
“Porque yo ya estoy para ser
derramado como una ofrenda de libación, y el tiempo de mi partida ha llegado”.
Le
dice: "Tú eres mi relevo teológico, me voy y el evangelio queda en tus
manos, cuídalo, sostén bien la antorcha de la verdad". Nuestra
preocupación no ha de ser sólo que la iglesia sea numerosa sino que tenga
doctrina sana y sólida (vv.7, 8). Pablo está pensando no sólo en el fin de su
vida cristiana sino de su ministerio y qué ocurrirá con Timoteo después de su partida (Hch. 20: 27-32).
No se ven trazas de que se sienta sin
futuro aunque “el tiempo” de su partida, su muerte, la tiene cerca. Y así
era.
Estaba viejo, quizás más de 60 años pero no menciona eso. Ni la vejez ni
la proximidad de su muerte que es real y no
imaginaria le hacen sentirse como un hombre vivo pero acabado. Un poco
después pide a Timoteo que le traiga los libros, el capote y los pergaminos
(v.13). Eso quiere decir que tiene planes
y los adapta a sus circunstancias. Si hubiera sentido que no tenía futuro su
vida, habría hablado con desesperanza y sin proyecto alguno. Pero los tiene.
¿Cuántos años le quedarían? ¿Años?
No, ni siquiera meses, tal vez semanas o un puñado de días. Permanece vivo y
con una esperanza y alegría de vivir y ser de Cristo como si su partida distara
mucho tiempo. Si se hubiera sentido sin futuro, en ese mismo momento, hubiera
acabado su carrera, pero él no detiene con pesimismo sus pies. No hay
desaliento ni frustración.
Como se siente joven
por dentro, no le ha envejecido sino el exterior, por fuera, ni lo pretende
(2Co. 4:16), su vejez y mala salud no es algo que le machaca su ánimo. ¡Qué va!
Se siente cada día más joven, más fuerte con un imparable rejuvenecimiento a la
imagen de Cristo. Y es por dentro cuando
los hombres verdaderamente se ponen viejos, cuando no tienen esperanza y notan
que la carne se les desgasta y se comparan con cuán jóvenes un día fueron. Cuando te sientas sin futuro
renueva tus esperanzas, renuévate por dentro en comunión y gloria divina y
aunque como Pablo tengas la vista fija en tu muerte no pienses en ella como
algo cerrado sino como una “partida” cuando tu alma es desatada (así dice en
gr.) y va a estar con el Señor “lo cual es muchísimo mejor”. Lo que hace que te
sientas sin futuro es tu óptica mortal, cámbiala por una perspectiva abierta y mírala como un encuentro con tu Salvador y un paso más
hacia tu resurrección.
Alégrate de ser “desvestido” y cambiar de cuerpo, éste
de muerte por otro mucho mejor, lleno de vida y gloria, adaptado a tu alma
redimida y a tus deseos cristianos. Mientras te quede alguna cosilla por hacer
por el Señor, ésa es tu futuro y puedes hacer los planes y proyectos que sean
necesarios para consumarla. Mira tus 60 años como quien ha pasado un largo
curso escolar y aprendido muchas cosas, y en vez de mirar a los jóvenes con
envidia y añorar tu juventud, compadécelos porque les falta lo que tú ya tienes,
experiencia y fe madura, muchas guerras y victorias ganadas. Llegar a tu
“consumado es” no es una desgracia como el mundo lo mira sino una victoria
completa.
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