Hundirnos hasta el fondo es imposible


Mateo 14: 30
“Pero al ver el fuerte viento,  tuvo miedo;  y comenzando a hundirse,  dio voces,  diciendo: ¡Señor,  sálvame!”.

Hay una gran liberación cuando dejas de mirar el viento y pones la vista en las promesas del Señor, en sus palabras. Rehúsa, alma mía a mirar lo que te mete miedo, lo que te da horror, cambia la mirada y mira a Jesús; no son las ráfagas las que te hunden sino el miedo que te causa la falta de fe; vuelve a mirar a tu Señor y al momento te saldrás de la situación aunque las circunstancias no cambien.

Tú no necesitas que se cese de soplar el viento, lo que te hace falta es no hundirte y que se te quite el miedo, recuperar la fe, y caminar como sobre “un mar de vidrio”. Cuando dejes de pensar en las dificultades y llenes tu corazón con las palabras del Señor, será como si los problemas no existieran; ya habrá pasado para ti la tormenta porque tú estarás distinto y no sentirás que te traga el remolino ni te hundes  en el abismo. Si mi hermano Andrés me diera una mano, piensas, pero está lejos en el bote. La ayuda humana es imposible donde me hallo. 

Mi esposa y mi suegra tampoco pueden ayudarme. Juan Marcos mi hijo no está aquí (1Pe.5:13). La providencia “ha alejado de mí al compañero y al amigo” (Sal.88:18). Entonces, Señor toma mi mano y aunque yo desfallezca, sé que no podré hundirme, porque tú me tendrás asido, e irnos al fondo los dos es imposible. Y si tocamos fondo, algún día  saldremos a la superficie. Amén.

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