Si puedes dar un paso, bien, si dos, mejor
Jer. 30:21,22
“Y le haré llegar cerca, y él se acercará a mí; porque
¿quién es aquel que se atreve a acercarse a mí?”.
Estamos esperando Señor que nos hagas llegar cerca de ti, “danos lo que ordenas y pide lo que quieras” (Agustín). Cumple tu promesa de aproximarnos a ti hasta que seamos participantes de tu naturaleza divina.
El que se atrevió a acercarse al Señor, o también se puede traducir el que se comprometió. Eran tiempos difíciles los del profeta, de mucho desencanto y falta de fe; y había que atreverse y comprometerse a acercarse al Señor; no se miraba bien que alguien lo hiciera, la religión de Jehová no era apreciada ni bien vista y los pocos que no podían evitar que se atrevieran, que los desafiaran, al menos querían que no se comprometieran, que no hicieran compromisos con Dios y con los otros santos comprometidos. Si no podían evitar que dieran un paso, que no dieran dos.
Atrévete a acercarte al Señor y comprométete, has un
voto de consagración, desafía a los incrédulos a creer, defráudalos con tu
consagración, reta a los perversos, muéstrales que ser santo es posible, que
puedes pasar por dentro de ellos sin que te salpiquen y en todo tiempo serán blancos tus vestidos, (Ecl. 9:8), atrévete con
los violentos a ser pacífico,
enséñales que eso es fortaleza,
desafíalos con tu monogamia, y no
engañes a la compañera de tu juventud
(Mal. 2: 14).
Atrévete a mantener hasta tu matrimonio tu virginidad, no porque sea la forma más segura de no contagiarte con
una enfermedad sino por respeto a tu cuerpo que es templo del Espíritu Santo y
por respeto a ti misma ante la codicia masculina de los jóvenes de este siglo;
atrévete a desafiarlos con la oración, y ser fuerte con los poderes
del siglo venidero, fuerte en Espíritu Santo, de convicciones fuertes; atrévete
a amar
la Biblia en medio de una generación que la considera un libro de fábulas y
mitos; atrévete a desafíalos con tu sostén económico a la obra de Dios, y
déjalos perplejos cuando vean que no te empobreces sino que tienes más, atrévete
a acercarte a Dios, porque, como en los días de Juan el Bautista, el Reino de
los cielos es de los valientes y ellos lo arrebatan (Mt. 11:12).
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