El antídoto cuando la predicación es rechazada: La pre-ordenación eterna
Hechos 13:48-50
“48 Los gentiles, oyendo esto, se
regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que
estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del
Señor se difundía por toda aquella provincia. 50 Pero
los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas, y a los principales de
la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de
sus límites. 51 Ellos entonces, sacudiendo contra ellos
el polvo de sus pies, llegaron a Iconio. 52 Y los
discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo”.
Según la experiencia de Pablo el evangelio para unos es
“olor de vida para vida” y para otros olor de muerte para muerte”. Los
prosélitos gentiles saltaron en un pie, todos, al oír que les dirigían las
promesas y bienaventuranzas de Dios. Pablo no había dicho que el Señor lo mandaría
“lejos a los gentiles” (22:21) sino que la Escritura misma mencionaba el fenómeno
de rechazamiento judío y la apertura de brazos que le darían al evangelio las
naciones del mundo. Y al oírlo “glorificaban la palabra” (v.48) ¿de qué modo?
Creyendo, recibiéndola.
Los judíos decían no, ellos decían sí, los judíos
rebatían lo que Pablo decía y a pesar del argumento contrario y de no
conocerla como aquellos, el asunto era convincente y estaba completo. La
Escritura les hablaba particularmente y no atendían a las “razones” que otros
ponían, porque si oían que ella los mencionaba, se sentían privilegiados, Dios
había pensado en ellos de antemano, y tuvieron que ser ellos mismos los que
hablaron de una pre-ordenación eterna: por experiencia propia. Es primeramente un hecho comentado por los
creyentes de Antioquia de Pisidia, “creyeron cuantos estaban ordenados para
vida eterna”. Dicho sin ninguna filosofía sino porque oían el anuncio del
Espíritu Santo y palpaban la fe al oír la palabra y se daban cuenta que en todo
ese drama existía un plan pre-ordenado. La doctrina fue extraída de la reflexión
de la cita bíblica provista en la predicación y la actitud de los endurecidos
judíos. Es importante.
Y fue también, el comentario “creyeron los ordenados para
vida eterna”, el gran antídoto contra la
desilusión y la frustración cuando la predicación era rechazada y no daba fruto.
No se culpaban. Se decían: “no han sido ordenados para vida eterna. No es
de todos la fe. El que es de Dios él lo trae a Jesús. Nadie puede ir al Señor
si el Padre no lo trae”. Y con eso se explicaban porqué el rechazo de los
otros, y se conformaban.
Casi siempre que se enfoca este asunto de la elección,
prima la reflexión de los creyentes en ellos mismos, no tanto en los que se
pierden, porque es primero que todo, misericordia y no justicia. Jesús fue
quien más la utilizó para explicar el rechazo al evangelio, y algo de eso
menciona el Apocalipsis de Juan. Los hermanos se pusieron contentos, no porque
los otros no creyeran sino porque ellos habían creído. Y otros sin los
obstáculos de la mala interpretación de la Escritura, porque no eran judíos,
también creyeron la palabra del Señor.
Los gentiles
tomaban la corona de ellos (Apc. 3:11); y por la defección de ellos vino
la salvación (Ro. 11:12). Los judíos se
llenaron de “celos amargos”. Porque perdían la bendición y los apóstoles
compartían con el mundo, mediante el Mesías, las Escrituras de ellos. El tesoro
guardado por siglos y acumulado se lo
estaban dando a otros. Entonces se buscaron a la gente de distinción y la
convencieron contra los apóstoles. Y los echaron. Y no se fueron amargados, al
contrario, contentos en el Espíritu Santo.
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