Conversión no fingida ni imaginada
Jer. 31:18,19
“Conviérteme y seré reconvertido”.
Aquí el profeta habla de conversión, predice la futura conversión de Israel en esencia
y alcance neo-testamentarios; aunque de Efraín volvieron muy pocos y de
Judá no muchos, la profecía tuvo su cumplimiento, pero plenamente en la iglesia
cristiana. El profeta mira hacia el futuro, o mejor dicho sueña con el
futuro porque su profecía le fue dada en sueños (v. 26), y ve la conversión
a Cristo del pueblo santo.
Ahora Israel pide una transformación de su corazón, pues ora: “Conviérteme y seré
convertido”. En un estudio espiritual de su situación, Israel se dio cuenta que
ninguna de las tragedias de su historia le aprovecharía en algo a menos que orara
a Dios, y comprendiera la conversión;
ya no confiaría en sus anteriores superficiales y pasajeras conversiones de
manufactura humana, quiere una conversión divina, forjada por la mano de Dios,
hecha por el Espíritu Santo para que fuera auténtica y duradera, profunda, la
conversión procedente del nuevo nacimiento. Y se terminaran las estampidas y deserciones
de la Iglesia. Entiende la verdadera naturaleza de lo que es su conversión, y
la ajena.
Sus experiencias religiosas con el castigo divino le
habían demostrado que a no ser que Dios lo convirtiera todo, que la conversión
fuera de Jehová de punta a cabo, sería una pretensión y un fracaso. Decide
poner punto final a esas ilusiones de conversión humana y pide a Dios que se
encargue completamente del asunto de su conversión, en su totalidad, entero,
porque las cosas hechas por él son mejores que las que hace el hombre. Y las
únicas duraderas.
Israel,
en esperanza, decidió no engañarse más a sí mismo con sus auto-conversiones, quemó
los libros de magia sicológica y de auto-ayuda, y hecha la cuenta de su precio, halló
que era cincuenta mil piezas de plata
(Hechos 19:19); renunció a las
espurias conversiones pelagianas, oyó hablar de la sola gratia, sola fide, sola Scriptura, que es lo que quiere
decir en sustancia “conviérteme y seré convertido”.
No valía nada forjar con
sudor y ansias las conversiones sin una contundente información bíblica primero.
Siempre serían pocas y malas. Entonces cerró su literatura de paja y hojeó los
libros y pergaminos de los franceses y suizos en Estrasburgo y Ginebra, abrió
los volúmenes de los Reformadores y los devoró con sus ojos y corazón; y se
dijo para sí: “Esto es de Jehová, esto es el Evangelio, y me quedo con él”. Y
oró “conviérteme para que sea restaurado” y clamó sin la ayuda de ningún
segundo, ni la repetición de una oración ajena, y le fue dado sin
intermediarios el arrepentimiento que pedía, y obtuvo su conversión de
salvación, no fingida ni imaginaria.
Humberto:
ResponderEliminary clamó sin la ayuda de ningún segundo, ni la repetición de una oración ajena, y le fue dado sin intermediarios el arrepentimiento que pedía,
Cierto, pues no hay más Mediador que Jesús, lo cual da una tranquilidad y seguridad absoluta!
Sabes?
Este jueves quedé con una pareja de testigos de J. para que me ayudaran a entender ciertos pasajes.
Tras quince minutos de estarles mostrando sus contradicciones, salieron huyendo.
Ellos, al igual que los católicos, tienen un intermediario: su iglesia.
Por eso hay que tener cuidado cómo les enseñamos las verdades de Dios, pues si se derrumba demasiado rápido aquello que creen que media entre ellos y Dios, caen en la desesperanza e incredulidad total, y el estado postrero viene a ser peor que el primero.
:\
Renton, recuerdo que en algún momento me dijiste que alguien a quien ayudaste llegó a bautizarse. Es una gran cosa y un logro con bendición de tu trabajo de misiones y testimonio. Reconozco que Dios te da entendimiento y un corazón muy inquieto por su gloria y sus doctrinas, sin hacerte ante los demás diciéndoles "no te acerques a mí porque soy más Santo que tú" (Isa. 65:5).
ResponderEliminarSiempre aprendes de tus detalles, y lo que sueles pensar que son equivocaciones. Ellos tienen más culpa que tú, qué hiciste bien, encendiste la luz y cerraron los ojos. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Bendito seas que puedes regular también la expresión de la verdad y Dios continúe dando el sello de su aprobación a tus estrategias de salvación. Se habrán ido corriendo pero no podrán olvidar lo que les dijiste.