Dios lee nuestra historia, al revés

Jer. 2:2,3
“Así dice Jehová: Me he acordado de ti,  de la fidelidad de tu juventud cuando andabas en pos de mí en el desierto”.


¿Has leído la historia de Israel en el desierto? Voy a recordarte un episodio de los muchos parecidos que tuvo. “Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo?  ¿Hasta cuándo no me creerán,  con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré de mortandad y los destruiré,  y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos”. (Num.14:11,12).

Tiempo me faltaría para recordar las faltas de Coré,  Datán y Abiram, las quejas por el maná y la falta de carne, por agua, en fin, viajaban inconformes con todo. Los recuerdos históricos de Israel no son buenos, exceptuando lo que Dios hacia entre ellos. Cualquier historiador al leer esas cosas se formaría una opinión bastante pobre de Israel; sin embargo, Dios recordando aquellos tiempos, habla como si hubieran sido tiempos mucho mejores de lo que fueron y habla de “la fidelidad de tu juventud”, y que pudiera traducirse que recordaba “la piedad” “la bondad” “la belleza”  de tu juventud” “cuando andabas en pos de mí en el desierto”. ¿Es que no recuerda  como quisieron volverse de en pos de él hacia Egipto, cuando lo irritaron con la comida, en la roca, y la fornicación con las extranjeras? ¿Es que le ha fallado la memoria a Dios?

No, sino que es lo mismo que pasa cuando un pecador es salvado y se usa tanta misericordia con él, que su realidad histórica es cambiada en la opinión de Dios. Y eso es lo que por medio de Jesucristo conocemos como justificación cuando se tiene por inocente a un culpable, y el Espíritu Santo le llama “santos y fieles” a iglesias que se congracian con herejías o sufren divisiones.  ¡Maravillas de la gracia de Dios!

Jesucristo como Justificador y Abogado, por su propia muerte, como quien dice, cambia la opinión de Dios, siendo hijos de iras como los demás. La mala opinión de Dios persiste en los reprobados que no se arrepienten y viven como si “no hubiera Dios en el mundo” (Efe. 2:12). Dios no lee nuestra historia como la escribimos sino como quiere leerla. Por alguna razón en Cristo no se ajusta a los hechos. Por eso podemos, como dijo el apóstol, gloriarnos en aquel otro hombre, el que está en Cristo, no en nosotros mismos. Oh Dios que nuestra mejor época de fidelidad, piedad, amor y belleza espiritual esté en el presente y en el futuro, no atrás.

Comentarios

  1. Humberto:
    sin embargo, Dios recordando aquellos tiempos, habla como si hubieran sido tiempos mucho mejores de lo que fueron y habla de “la fidelidad de tu juventud”, y que pudiera traducirse que recordaba “la piedad” “la bondad” “la belleza” de tu juventud” “cuando andabas en pos de mí en el desierto”. ¿Es que no recuerda como quisieron volverse de en pos de él hacia Egipto, cuando lo irritaron con la comida, en la roca, y la fornicación con las extranjeras? ¿Es que le ha fallado la memoria a Dios?

    Wow, buenísimo!

    Humb,:
    Dios no lee nuestra historia como la escribimos sino como quiere leerla. Por alguna razón en Cristo no se ajusta a los hechos.

    Cierto, porque nuestra historia acabó en una colina cercana a Jerusalén, pues allí morimos y fuimos sepultados para no andar en la carne nunca más.

    La historia de Jesús es nuestra historia, pues nuestra historia cayó sobre él, de ahí que Dios lea en nosotros una carta manuscrita en corazones de carne por el Espíritu que nos hace andar por fe, no por vista, por el Espíritu autor de nuestra mejor época, presente y futura, por el Espíritu que causa que no seamos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma...

    Y amén!

    :D

    ResponderEliminar
  2. ¡Oh muchacho, qué comentario tan delicioso has hecho! ¡Qué complemento tan rico a lo que escribí! Tú y yo conocemos de gracia, pecados y perdones. Fuimos a la misma

    “Cierto, porque nuestra historia acabó en una colina cercana a Jerusalén, pues allí morimos y fuimos sepultados para no andar en la carne nunca más.”.


    La historia de Jesús es nuestra historia, pues nuestra historia cayó sobre él, de ahí que Dios lea en nosotros una carta manuscrita en corazones de carne por el Espíritu que nos hace andar por fe, no por vista, por el Espíritu autor de nuestra mejor época, presente y futura, por el Espíritu que causa que no seamos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma...

    Eso es una joya.
    Mil abrazos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Hiel de Betel, mal padre

Neginot y Seminit

El altar de tierra