Sé valiente frente a tus pecados
Lam. 3:39,40
“¿Por qué ha de
quejarse el ser viviente? ¡Sea valiente
frente a sus pecados!”
El v.39 es rico en sus traducciones. Esta es una bonita
traducción, aunque menos exacta, y por sugestiva me gustaría por un momento adoptarla.
Surgirían pensamientos hermosos si meditáramos en ser valiente ante nuestros
pecados. ¿Qué es ser valiente? ¿Para defenderlos, admitirlos o confesarlos?
Esconderlos es una cobardía, taparlos para evitar las consecuencias, huir de
ellos. Pero no creo que Dios requiera “valor”, yo nunca he leído eso en otra
parte de la Biblia. Es verdad que hay que tener valor para enfrentar sus
pecados, asumirlos y declararlos como propios. Y es una gallardía pedir a los
dañados que los perdonen.
Yen grado menor también uno puede ser valiente ante
los pecados ajenos, para perdonarlos primero y si es necesario, exhortarlos, y consolarlos. Valientes para que aunque les parezca cosa rara no correr con ellos en el mismo desenfreno (1 Ti. 5:22; 1 Pe. 4:4). La Reina-Valera dice: “¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el
hombre en su pecado”; y esa la he usado por años y estoy acostumbrado a
edificarme con ella, aunque no debemos pasarnos la vida recordando lo mal que hemos
hecho "para que el diablo no gane ventaja" sobre nuestra conciencia. El copero de Faraón dijo "me acuerdo hoy de mis faltas", no el lunes, el martes, los siete días de la semana y los 365 del año . Es cierto que a
veces se lamentan más otras cosas que el pecado; y esa traducción es válida
dentro del contexto histórico de Israel.
Pero hay otra traducción que encaja mejor y
está más próxima que las anteriores y es “¿Por qué se lamenta el hombre
viviente por el castigo de sus
pecados?”. Fíjate que pregunta por qué
se lamentan por el castigo de sus
pecados; la invasión extranjera, la destrucción de la ciudad, la muerte de
muchos amigos y familiares, la pérdida de la libertad y la bancarrota.
Lamentan las consecuencias de sus pecados,
no exactamente los pecados cometidos. Dios los ha despojado de todo y los ha
puesto de rodillas; pero se quejan que les han ido mal las cosas. Lo que está
en orden no son quejas sino arrepentimiento; y Dios mostrará su misericordia,
téngala por segura, en la recuperación y la prosperidad subsiguientes. En fin, sé valiente frente a tus pecados y diles que no quieres ya nada con ellos, dile adiós a las fotos y a la basura con las
cartas guardadas, con los saludos y las llamadas telefónicas, con los recados de amigotes
y amigotas que han aprendido a ser chismosas, con los peligrosos correos eléctronicos (e-mails) y con el popular face book.
aunque no debemos pasarnos la vida recordando lo mal que hemos hecho "para que el diablo no gane ventaja" sobre nuestra conciencia
ResponderEliminarAún con un supuesto perdón de por medio, algunas veces las personas que han sido dañadas a causa de nuestros pecados, se encargan de recordárnoslo de una forma u otra, formas que por lo mismo, nos afectan y no podemos descansar del sentimiento de culpa frente a esas personas, si bien nos sabemos perdonados por Dios en Jesús.
Yo pienso que no está mal recordar las consecuencias de nuestros pecados, lo que está mal es no darnos cuenta que hemos desobedecido a Dios, no sé si me equivoco pero creo que esa es la diferencia con los inconversos, pues para la gente común cuando van mal las cosas, es por errores, por actuar mal, deshonestamente o lo que sea, pero para nosotros es la desobediencia a Dios.
Otra cosa es el autoengaño que abunda en la gente, no ven sus pecados, y si los ven, los toman como defectos y los justifican lo que no da pié a un arrepentimiento genuino.
En realidad al ser humano en general le enferma que le nombren la palabra pecado.
Gracias por sus entradas y Dios lo bendiga
Un abrazo!
¡Oh querido anónimo(a)!, qué comentario tan experimental. Ese, esa, o esos que te recuerdan tus “pecados viejos” son incompasivos abusadores, y el diablo que sabe cómo entrar a la conciencia, te tortura por medio se esos labios que parecen desconocer lo que es ser perdonado(a). Cada vez que nos recuerdan injustamente los pecados que Dios olvidó nos hacen “llorar y crujir los dientes”, o sea, nos meten el infierno dentro del corazón donde la culpa es su esencia. No es cosa que el Espíritu Santo haga sino Mefistófeles.
ResponderEliminarCuando el tal, la cual, o los tales y más cuáles te recuerden caídas, diles “gracias Mefistófeles, le voy a decir a Dios que me estás recordando los pecados que él me perdonó, y ten cuidado no sea que se enoje contigo; parece que no me has perdonado, y si es así, Dios tampoco te perdonará”.
Hay muchos que se alegran con tus perdones y ven y leen la gracia de Dios en tus escritos, y así solo puede escribir y hablar alguien que puede decir, para gloria de Dios, “de lo humano nada me es ajeno” (o mucho), para consuelo y edificacion de otros, incluyéndome. Amén.
Bendiciones muchas.