Una ayuda emocional para un pastor solitario
“Entonces se
encendió la ira del Señor contra Moisés, y dijo: ¿No está allí tu hermano
Aarón, el levita? Yo sé que él habla bien”.
¿Cómo notó la ira , por qué no lo castigó? Quizás por el tono de su voz.
Dios le da la solución pero enojado, y supongo porque eran muchas las excusas
de Moisés y porque para su trabajo no necesitaba un segundo que le disminuiría
su gloria y sería un parcial sustituto de su dependencia divina. Si Dios cree
que podemos hacer un trabajo solos no le pidamos colaboradores. ¿Y si el
colaborador se convierte en un obstáculo y su compañía se vuelve incómoda? ¿Y
si no está conforme con el segundo puesto y apetece el primero y el diablo le
fomenta la envidia? Si nos hiciera falta algún colaborador porque la obra lo
requiere, Dios será el primero que lo envíe, pero si incluso nos quita los que
teníamos ¿para qué pedirle alguno más? Viendo Dios que su colaborador podría a
la larga perjudicarlo más que beneficiarlo le envió a su hermano biológico, no un buen hermano “en la fe”.
Aarón nunca le
sirvió de intérprete a no ser delante del pueblo pero no era imprescindible. Sí,
estuvo junto a Moisés frente a Faraón con los ancianos representando al pueblo
(3:18), sin que ellos necesariamente dijeran algo. Hablaba bien, Jehová le
dijo, pero no era determinante su ayuda. Siendo su hermano querido seguro que
el líder se sentiría bien teniéndolo a su lado. Era más bien una ayuda emocional que pedía aquel pastor
solitario, una ayuda más sicológica que pastoral. Moisés no necesitaba vencer
su soledad porque por cuarenta años se acostumbró a estar solo; y quizás por timidez o consciente de su insignificancia;
y aun siendo así Dios piensa que si no necesitamos esa clase de compañía, no le
cae bien que andemos detrás de él pidiéndole una.
La obra de Dios es de un solo
hombre, dijo Spurgeon, y aunque tenía a su hermano como co-pastor, la obra era
suya y de Dios. Tanto con Aarón como con María la hermana, andando el tiempo
Moisés tuvo problemas (Num.12:5-10; Ex. 32:21); y los problemas que le causaron
no trascendieron más ni se volvieron peores porque Dios intervino a favor de él
y se encargó de ellos dos, y además porque eran familiares. Dios tenía un lugar
para cada uno de esos dos colaboradores de Moisés pero un poco más alejados de
Moisés que lo que éste quería. Que sea Dios quien coloque nuestros ayudantes,
pastores o diáconos, a la distancia que él quiera y que ellos reconozcan que
son nuestros voceros y que estamos nosotros y no ellos “en lugar de Dios” (v.16).
¡Qué tal querido pastor!!!!! Feliz Año Nuevo!!! y felices navidades ya pasadas y las por venir con Cristo serán siempre eso...¡felices! aunque no nos vayan bien las cosas. ¡Wow! Me he leído de cajón los tres últimos posts y se los he leído por teléfono a mi hijo ¡y nos han encantado! A mi hijo especialmente le ha gustado la del Pastor solitario. ¡Magnífico post!!!!
ResponderEliminarGracias hermano por tan hermosos escritos. Ya lo extrañaba. Espero que esté bien de salud y también su esposa, y primeramente el Señor, estaré más seguido por aquí.
Love you!!!!!!
Mucho gusto en saber de ti Isa y que están bien. Muchísimas bendiciones para tu hijo y esposo. De nuevo, bienvenida.
ResponderEliminarSi nos hiciera falta algún colaborador porque la obra lo requiere, Dios será el primero que lo envíe, pero si incluso nos quita los que teníamos ¿para qué pedirle alguno más?
ResponderEliminarNecesito recordar eso...
:\
Muy cierto lo que escribes querido Renton.
ResponderEliminarChuiquitos para ti y para el pastor Humberto.
Muy cierto lo que escribes querido Renton.
ResponderEliminarChuiquitos para ti y para el pastor Humberto.
Gracias Isa!
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