Triple pacto, con los ojos, con la esposa y con Dios
Job 31:1-3
“Hice
pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen? Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,
y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?”.
Cuando
dice que hizo pacto con sus ojos, contiene la idea de cortar en trozos una
víctima en sacrificio. O sea, que es un compromiso solemne hecho delante de
Dios. Hiciste bien, hermano, siendo un hombre de edad avanzada, ya
encanecido, no se hubiera visto con buenos ojos, los de otros no los tuyos, que
anduvieses con una señorita de menos años que tú. Se reirían de tal pareja.
Hiciste bien en no traicionar a tu adulta compañera con una mujer joven aunque
tu mujer te hubiera maldecido y abandonado. Una mujer joven no es un buen
reemplazo porque con su edad y con sus encantos no alcanzaría para serte una
ayuda idónea en tu trabajo. Siendo tú un hombre ahora enfermo y arruinado
económicamente una joven no sería capaz de asumir tanta responsabilidad, y
siendo tú un varón de Dios ¿cómo habrías de cometer un pecado como ese
aunque abunde entre la gente adulta? Hiciste bien en hacer pacto con tus ojos y
prometerles a ellos que no los llenarías de adulterio (2Pe.2:14); por eso dice,
“¿No ve él mis caminos, y cuenta
todos mis pasos?” (v.4).
Además, has hecho un pacto
con tu esposa cuando te casaste, y ante Dios y con Dios de serle fiel, ¿no lo
recuerdas? (Mal. 2:14). Ella no puede tener los mismos encantos femeninos que
una joven, pero los tuvo, y te los dio a ti. Ahora lee en el papel de tu
historia tu acta matrimonial y el triple pacto que hiciste en tu matrimonio
aquella bella noche de bodas.
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