Que a los niños los toque Jesús
Lucas 18:15-17
“Le traían los niños muy
pequeños para que los tocara”.
¿Qué querían aquellos padres?
Que los bendijera ¿no? Creían que si Jesús tocaba sus pequeños cuerpos, estos
sanarían de cualquier enfermedad, o que pudieran tener, y más allá de eso,
porque no estaban aún enfermos, se hallaba el futuro de todos ellos. Aquel
toque no los graduaba en la universidad, con eso no les garantizaba empleo de
por vida, no sustituía la enseñanza cristiana de ellos y la supervisión
religiosa de sus padres, sino simplemente que de ese santo toque emanara
bendiciones para toda la vida, que caminaran derecho por el mundo, que todo lo
que ellos tocaran transmitiera la bendición que habían recibido, que primero
que todo sus cuerpos fueran templos del Espíritu Santo y que lo pusieran como
servidumbre de la palabra de Dios.
Aquellos padres pensaron en
el futuro de sus hijos en relación con Jesús. Y los discípulos se equivocaban
si pensaban que aún era muy temprano para pensar a tanta distancia en relación
con el Señor y ellos. O podrían pensar que interrumpían el culto, que no tenían
ningún valor porque pudieran sucumbir antes que fueran útiles a la iglesia. Quizás
aquellos niños no fueran pequeños podrían tener algún infantil interés en lo que oían, o al menos, no
cesarían de mirar y escuchar la voz y la figura del Señor que hablaba. Y Aquel Señor pidió que todos se quedaran allí, siguió
hablando como podía, y entre cada palabra ponía una mano para tocarlos a
todos, desde el primero hasta el último, y así se fueron gozosos, los pequeños rapaces,
y sus interesados padres al llevarse de Jesús una perenne bendición.
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