Adornos de las doctrinas
Tito 2:6-10
“Exhorta asimismo a
los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de
buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo
que decir de vosotros. Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que
agraden en todo, que no sean respondones, no defraudando, sino mostrándose
fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador”.
Nuestro texto en esta
tarde continúa con las aplicaciones del evangelio y el modo en que debemos
comportarnos para que la doctrina y Dios
mismo no sean deshonrados. Primeramente comienza el apóstol por los jóvenes
y para ellos tiene un solo consejo y bastante general, “que sean prudentes”. Pablo no se extiende como Juan en consejos a
ellos.[1]
Puede porque ya con los que da a ambos ministros, los cuales eran jóvenes, los
incluye a todos. En nuestro texto simplemente les dice que se porten con
prudencia (v.6).
Hay muchísimas cosas
que podríamos aconsejar a los jóvenes. Libros y programas enteros son dirigidos
a ellos expresamente, sin embargo con aconsejarles solamente que vivan sus
vidas cristianas sería suficiente. Los jóvenes, como toda la iglesia, deben
vivir cerca del Señor y de acuerdo al evangelio y ya eso es suficiente para
cubrir todas sus necesidades. He visto que donde se
estudia la Escritura de un modo expositivo y la nutrición espiritual está bien
balanceada ellos no presentan ningún tipo de problema por insatisfacción. Se
desarrollan parejos con el resto de la membresía.
La conexión entre los
vv.6,7, es estrecha; pienso que posiblemente porque Tito aun era un joven. El
consejo de que en la enseñanza muestre “seriedad”
en parte justifica mi suposición. Le pide que sea serio,
es decir responsable, que concuerda bien con lo anterior que se presente “mostrando integridad”. El método,
tanto como el plan de enseñanza de la iglesia deben concebirse como algo serio,
estudiado. Y la instrucción misma no es cosa ligera para ser impartida con
bufonadas y sin solemnidad, sobretodo aquellas doctrinas de la piedad que
tienen que ver con la cruz y con la condenación de los impíos. Es asombroso que
haya obispos que hagan reír a sus auditorios mientras hablan contra el pecado y
describan las maldades de sus semejantes con dibujos pintorescos.
Y si el consejo del v.8
no anda cerca de esto, no voy muy descaminado “palabra sana e irreprochable”. Es cierto que estas dos cosas no
pueden ser atribuidas al chiste y a la chacota en la enseñanza porque
corresponden más bien al lenguaje ordinario que el ministro debe utilizar
cuando está fuera del púlpito. No debe uno asumir que
Tito usase un lenguaje doméstico que no fuera el hablar digno del siervo de
Dios, pero cuando el apóstol lo menciona es que probablemente era tan abundante
la costumbre de jurar y maldecir, mentir y utilizar frases vergonzosas, que
fácilmente un anciano podría dejarse arrastrar en un orden menos solemne, en el
mercado, en la casa y en otros sitios a utilizar una fraseología callejera e
indigna.
O también quizás, como
yo he oído, a ministros que jamás contarían ni se reirían de cosas ante sus
congregaciones que se toman la libertad de hacer entre sus propios consiervos,
creyéndose supongo, con licencia para ser carnales cuando se hallan entre
iguales. Si algún hermano de sus respectivos rebaños los oyera en esos momentos
jamás les volverían a prestar atención a sus sermones.
Los labios del
mensajero divino no deben ser en ningún caso manchados por frases indecentes,
comunes en los hijos de este siglo, porque por la puerta que sale la verdad del
cielo no se deben tirar afuera inmundicias de este siglo. La razón que Pablo da
son sus adversarios (v.8) Ninguna de las razones que yo he dado
arriba las da el apóstol. Menciona una sola, sus enemigos. ¿No es increíble que
el siervo de Dios tenga enemigos, aunque él no les haya dañado en lo más
mínimo? La palabra que Pablo usa y que se traduce adversario es “enantías” y
literalmente significa “lado opuesto”. Esta definición de enemigo es muy exacta
y bastante amplia y corresponde bien con lo que enseñó el Señor diciendo “el
que no es conmigo contra mí es” (Mt.12:30) El que no está del lado de Cristo es
un adversario, está en el lado opuesto.
Pero dejando la
definición y volviendo a Tito. ¿Será posible que el adversario se “avergüence” porque nuestra palabra sea
irreprochable? Hay enemigos del evangelio tan descompuestos que no tienen
ninguna vergüenza y más que apenarse porque oigan del buen testimonio del
siervo de Dios lo que hacen es encolerizarse. Me parece que Pablo lo dice en el
sentido de que los avergüencen, de que los que los hayan oído difamar al
pastor y comprobar ellos que han andado calumniándolo y difamándolo se los
reprochen públicamente. Porque cuando haya algunos adversarios de los ministros
acusándolos injustamente, debemos avergonzarlos ante los demás para anular sus
calumnias y detener esa obra destructora inspirada por satanás. En fin, que lo
que el apóstol quiere es que el ministro hable y viva de modo que a no ser
mintiendo, no dé lugar a que digan algo malo suyo.
El tercer consejo que
el Espíritu nos da concierne a los siervos (vv.9,10). Esto pudiera sonar
como un consentimiento al esclavismo, como un reconocimiento tácito a la trata
de esclavos, como si el apóstol fuera insensible y reconociera un sistema de
ese tipo, “exhorta a los siervos a que
se sujeten a sus amos” Pero el apóstol no
está juzgando a la estructura social, simplemente da su consejo sobre algo que
como un hecho existe. Dentro de ese mal social se hayan los esclavos y su
objetivo no es abolir la esclavitud, no fomentar la rebelión contra ella, no
alentar el surgimiento de alguna revolución, su objetivo es el comportamiento de ellos como esclavos,
que “adornen la doctrina” y si
siguiéramos leyendo sobre el v.11 nos daríamos cuenta que su interés no es un
cambio social sino la salvación, tanto de los dueños de esclavos como de los
esclavos mismos.
Siempre en las cartas
paulinas vemos que el interés del apóstol pivotea sobre el prestigio del
evangelio en el mundo, que es la motivación para el buen testimonio entre las
multitudes, y sobre la salvación de todos los hombres. No quiere, como ha
ocurrido posteriormente, que se acuse al cristianismo de ser por eminencia una
fuerza política que afecta más que conviene, los intereses de los hombres[2].
Ni que por ende la salvación de alguien se viera perjudicada, también la de los
esclavistas. Hoy aquel sistema social ha pasado, pero lo que se dijo para aquel
entonces tiene vigencia en las relaciones de empleador y empleado, entre dueño
y obrero.
¿No debemos todos “adornar” el evangelio? ¿No debiera
nuestra vida ser un precioso adorno de Cristo, algo muy glorioso, una obra
primorosa de la gracia santificante? El hombre natural es bruto y no percibe la
belleza de las doctrinas y aunque ellas en sí mismas son extraordinariamente
bellas, mucho más que un cielo estrellado, mucho más que un paisaje tranquilo,
que un ave en vuelo, más que un jardín bien cultivado; aunque las doctrinas de
la salvación excedan en hermosura a toda la creación, el hombre sin Cristo no
las percibe. Por eso nuestras vidas, que tienen la mágica forma de esas
doctrinas, porque por ellas hemos sido constituidos, deben ser las que las
hagan bellas ante este mundo pecaminoso y feo. ¿Qué son nuestras
vidas sino el producto de esas doctrinas de gracia que llamamos por sus nombres
como la soberanía del Señor, la predestinación eterna, la redención,
justificación, la regeneración en Cristo, el bautismo, la segunda venida, la resurrección
eterna o la glorificación de los santos?[3]
[2]Ver en Hch.17:7 como se acusaba maliciosamente a
los apóstoles de que con sus sermones “contravienen
los decretos de César..y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad
oyendo estas cosas” y por supuesto esto disminuía la aceptación del
evangelio porque la gente no querría verse comprometida en asuntos políticos.
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