Si Adán oraba, Jesús también
Marcos 1:35
“Levantándose muy de mañana,
cuando todavía estaba oscuro, salió, y se fue a un lugar solitario, y allí
oraba”.
¿Por qué tiene que levantarse tan temprano para orar? Si era divino y
estando en la forma de hombre tenía
que orar, ¿cuánto más nosotros que somos pecadores? Su divinidad no interfería
en su naturaleza humana, no se mezclaban, había una separación entre ambas.
Jesús es único. Aunque su naturaleza humana no era pecaminosa como la nuestra necesitaba de su Creador; la naturaleza
divina por estar en él no le suministraba lo que por ejercicios espirituales tenía que sustraer. La deidad en él no lo
hacía un superhombre sino un hombre perfecto y a eso contribuía su oración. ¿Es
que acaso Adán, antes de lo del fruto nunca oraba?
Y Jesús sabía que tenía un
límite de tiempo para hacer lo que tenía que hacer. Los milagros que Jesús
hacía no los hacía sólo porque era
divino sino además porque sobre él estaba el Espíritu Santo (Hch.10:38; Jn.1:14.
Aunque muchos de ellos dan constancia de su divinidad. No hay más, si no somos
perfectos, ni más sublimes que los cielos, ni el Unigénito hijo del Padre, que
no siempre tiene en él complacencia, porque hacemos muchas cosas que no le complacen, ¿no nos levantaremos temprano para orar, y
podrían con justicia llamarnos como al profeta,
dormilón? (Jon.1:6).
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