Ama a tus hijos pero mira bien sobre quiénes
Deuteronomio
21:18-21
“Y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo
es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho”.
No he
leído en la Biblia un solo caso que algún padre que tuviera un hijo glotón o
borracho y desobediente lo haya llevado a los tribunales para que lo condenaran
a muerte. Elí soportó pacientemente a sus dos hijos y hasta les toleró la
infidelidad de ellos cuando desacreditaban su ministerio. David soportó a
Absalón todo lo malo que hizo y estuvo dispuesto a dejarle el reino con tal de
no hacerle un rasguño. En todos, los sentimientos paternales estaban por encima
de la obediencia a la ley de Moisés; era mucho para ellos y para
nosotros.
La ley
era muy buena para el hogar pero lo que realmente los padres necesitamos es el
evangelio de la gracia de Jesucristo, que contiene la sustancia de la ley de
Moisés sin abrogarla, y donde el “hijo pródigo” que ha vivido “perdidamente” es
recibido con un beso y una fiesta. El evangelio nos permite tolerar, disculpar,
perdonar, sufrir y orar por los hijos con la esperanza que algún día entren en
“su cabal juicio”. Ama tus hijos más que a ti mismo, pero no más que a Dios. Oh
Señor, si llegamos a amar más a nuestros hijos que a tu palabra, perdónanos.
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