Verás mi corazón en la doctrina de la soberana elección
Éxodo 33:18-23
“Y El respondió: Yo haré
pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de
ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de
quien tendré compasión”.
Es una época de crisis tanto
para el pueblo como para el liderazgo de Moisés; impresionado por la mortandad
que Dios hizo (32:28), teme que Dios haya cambiado, que ya Israel no fuera su
pueblo (vv.14-16). Íntimamente se siente inseguro. Dios le ratifica su elección
pero Moisés anhela algo más, ver la gloria del Señor. Conocerlo más para tener
más gracia (v.13). Pero Dios sabe lo que él necesita aunque su hijo no lo
comprenda y le garantiza que debe esperar en su trato sólo bien (v.19);
y para que se le quite su pesar por las recientes muertes y las bajas de su pueblo le propone una gran doctrina: la
soberana misericordia de Dios (v.19); así de ese modo Moisés quedaría
conforme y aceptaría como justo el trato que Dios a cada uno quisiera dar, sin
enfadarse, sin molestarse, sin quedarse inconforme.
Una vez que lo ha convencido
con argumentos, Dios no le concede lo que le pidió, sino un poco
menos porque estando en la carne no estaba naturalmente capacitado para ver
a Dios. No llegaría hasta donde espiritualmente quería, y sabría que su
entendimiento de la Deidad tenía un límite que no era posible traspasar y debía
dejar para el cielo una revelación plena. Dijo: “muéstrame tu gloria”, quiso
decir, “muéstrame todo lo que tú eres, todo lo que tienes, quiero
entenderte y conocerte hasta lo profundo” (1Co.2:10). El Señor le respondió: “No
podrás entenderme completamente ni ver toda mi gloria, pero si lo que tú
quieres es ver donde resplandece más mi gloria, si quieres llegar a la esencia
de mi naturaleza, oirás que soy misericordioso, verás mi corazón, mi
clemencia en la doctrina de la soberana
elección (Ro.9:14-16), la soberanía de mi misericordia”. Y quedó en lo
mismo, que no se preocupara por las pérdidas.
Oh Dios muéstrame tu gloria perdonando.
La gloria de Dios que Moisés
ansiaba ver nosotros la vemos en el conocimiento de Dios en la faz de
Jesucristo y nos percatamos de la soberanía de su gracia cuando de su
propia voluntad tiene misericordia de quien quiere y a quien quiere endurecer
lo endurece. Y se nos prohíbe la imprudencia de preguntar más y la soberbia de
no estar de acuerdo. Es que esto es
revelación, doctores de la ley de Jehová, y no filosofía del areópago. Discute
tú con Dios si con desprecio a eso llamas calvinismo, que para nosotros esas
soberanas doctrinas de la gracia son asiento de regocijo y fe.
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