Suelten las piedras y denles una mano
Juan 8:1-11
“Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se
inclinó y con el dedo escribía en la tierra”.
El meollo de este texto no es declarar que Jesús sabía
escribir, como insensatamente alguien ha pensado, ni siquiera tampoco condonar
el pecado aquí relatado, ni aún lo más sobresaliente que es descubrir la
hipocresía de aquellos hombres que condenaban a sus semejantes como si ellos no
tuvieran nada de qué arrepentirse. El propósito del Espíritu, aunque no fuera
el de Juan, es presentar a Jesús como ejemplo de suprema misericordia. El texto
claramente se nota que está fuera de lugar y no se puede exponer en relación
con el contexto. Algunos lo consideran espurio por no hallarse entre los
manuscritos griegos más antiguos. Nadie debe derivar de esta historia que el
pecado expuesto no debe ser juzgado por la iglesia y que actos como éste deben
pasarse por alto puesto que nadie está libre de algún otro pecado.
La iglesia
sí debe tratar este asunto pero con los deseos de Jesús, con
misericordia y por medio de un proceso de recuperación. En primer lugar ella es
traída para tentar al Señor y acusarlo
de oponerse a la ley de Moisés. No es para que contradiga su práctica de
misericordia y perdón sino para que por medio de ella incurra en un conflicto
legal con el Sanedrín. De antemano sabían que no la iba a condenar y por eso la
trajeron, pero lo que no sabían era que la habría de perdonar sin incurrir en
un delito. Prácticamente les dijo: “Sí, condénenla, los que estén limpios de
pecados”. E inmediatamente iluminó sus
conciencias con sus palabras y llenos de reproches contra sí mismos se fueron
uno a uno retirando. Se vieron descubiertos. Así Jesús continuó predicando la
misericordia, desenmascarando a los hipócritas y evadió la prisión. Jesús no
dijo que era inocente pero no la condenó.
La ley de Moisés siempre da al hombre lo que se merece y la
misericordia lo que no se merece.
Señor, guárdanos de un pecado así, ayúdanos a darle una oportunidad para que se
levanten los que han pecado, y no pequen más. ¿No les daremos una oportunidad
para reformarse? Les propuso que no le tiraran piedras sino le dieran una mano.
Comentarios
Publicar un comentario