Grandes cristianos, hechos a martillazos
Éxodo
37:7
Parece un buen símil de la
santificación de los creyentes en Cristo. Como los querubines que estaban sobre
el arca del pacto fueron labrados a martillazos,
así hay creyentes, comúnmente muy santos, quienes a las aflicciones o
golpes de la vida, pueden agradecer la forma que tienen, tan virtuosa, dedicada
y emblemática. Si no fuera por la multitud de golpes que les han dado no serían
lo que hoy son, como ángeles de Dios, apartados del mal y semejantes a su
Señor, aquel varón de dolores, experimentado en quebrantos.
¿Por qué has de tomar tus
aflicciones y sinsabores como mala intención de la providencia? Si no fuera por
el cruel martillo, la forma, tan semejante a Jesús que hoy tienes, no la
tuvieras. ¿No has querido ser transformado de gloria en gloria conforme a la
imagen de su Hijo? Pues Dios te ha concedido esos deseos permitiendo que el
martillo caiga sobre ti una y otra vez, sobre los pies hasta que queden
formados y firmes como los de un varón del cielo, sobre tu corazón para que
lata al ritmo de Dios y no de la época, preparado para recibir y aguantar
adversidades; y hasta sobre el rostro también han llegado los firmes golpes,
desde donde ahora brilla la gloria del Señor y la hermosura de su santidad,
forjados con vergüenza y honor.
Cuando Aarón hizo su idolátrico becerro de
oro, dijo él que echó el oro y salió el animal (excusa), también usó el
doloroso buril (32:4), pero cuando el Señor ordenó aquellos dos querubines no
fue así, sino que por medio de golpes se propuso que los esculpieran. No fue un
vaciado momentáneo, no fue un molde prefabricado. Nada de eso. La forma estaba
en la mente y en el pensamiento de quienes los hacían.
Cuando el Señor quiere hacer
un creyente muy singular, nadie conoce
lo que hay en sus pensamientos, son cosas que Dios tiene reservadas para sí, y
le da forma, casi siempre con contratiempos, según corre el curso de su vida.
No quedaría, quizás tan pareja y perfecta como si hubiese usado un molde ajeno,
pero Dios no ha querido eso, una reproducción de otro santo, una réplica
humana, sino uno propio, según su gusto, a su forma, no perfecto, si se juzga
por las leyes del arte de los hombres pero para el Señor es suficiente conocer
que se ha hecho conforme lo mandó, según la apariencia del cielo y no la de la
tierra.
Que lindo! Lo comparto !
ResponderEliminarBendiciones y saludos chilenos...
Hola Viviana, gracias por compartir. Como te gustó la entrada, puse otra muy cercana a esa.
ResponderEliminarGracias por tus saludos chilenos,