En el aire me sostuvo una mano invisible


Salmo 94:18
“...cuando yo decía mi pie resbala tu misericordia me sostendrá”; otras versiones lo vierten en pasado y queda más bonito y útil, “cuando resbalaba tú me sostenías”. Resbalé pero no llegué al suelo. Se taparon la boca sin poder creerlo y abrieron los ojos y dieron un grito. ¡Imposible! Pero no llegué al piso, en el aire me sostuvo una mano invisible.

¿Has perdido alguna vez tu equilibrio espiritual? Hay dos causas al menos por las cuales uno se cae: porque tropiece o porque resbale. No hay santo alguno que no haya tenido esa terrible experiencia,  sentir que su pie resbala y como el salmista pensar que ha de caerse. No se trata que haya tropezado, pues en ese caso bien pudiera haber puesto sus manos para amortiguar la caída o sostenerse de algo para evitarla; pero cuando se resbala la caída no es hacia delante sino hacia atrás, no hay tiempo para sostenerse y el golpe generalmente es mayor y más peligroso.

Hay cierto grado de inocencia o ingenuidad cuando se resbala, porque se pone el pie en un sitio que se cree firme, parece firme y de pronto no se halla apoyo y el pie resbala. El que resbala no nota las causas deslizantes antes de apoyarse confiado, sino después que ha caído. Aunque no hay ninguna razón que justifique la misericordia divina, quizás esa es una,  por la que Dios extiende sus brazos de misericordia y sostiene al que resbala para que recobre su equilibrio espiritual y no sea quebrado hueso suyo. Cuando uno resbala es porque se ha salido del Camino; en los pasos por donde va nuestro Señor no hay ningún punto que resbale. Los que han resbalado pero no han caído tienen secretamente el testimonio de la fidelidad del Señor, puesto que él los ha seguido por una vereda no suya y ha extendido sus brazos no dejándolos caer, ni las cosas que puso en sus manos.

No hay persona más indefensa que el que ha resbalado, y sólo un milagro podrá evitar que se haga daño. ¿Cuándo has visto que vayan dos juntos y uno resbale que el otro lo sostenga? No le da tiempo, lo más que puede hacer es ayudarlo a levantarse pero no alcanza a evitar su caída; excepto que su segundo sea Dios. El invierno se acerca y habrá nevadas y heladas, roguemos al Señor que guarde nuestro pie de resbalar, sobre todo los hermanos y hermanas mayores. Cuando ya se tienen algunos años un resbalón, una caída, puede significar un golpe muy mal dado y una rotura sin soldar por el resto de los días. Las quebraduras a una edad avanzada son difíciles de soldar, hay demasiados sentimientos en la sangre que no dejan que lo que se quebró se recupere. Es lentísima la recuperación espiritual de un adulto maduro. ¿Tienes temores de caer en pecados? Piensas, "perdí mi equilibrio y algunas cosas que tenía en mis manos se me cayeron y estuve a punto de tocar el suelo pero me recibieron acá abajo Sus brazos eternos (Deu.33:27), y me agarró antes que el sonido de mi caída lleguara muy lejos". ¿Sientes miedo que al fin las codicias te venzan y te atrapen las iras? Toma un par de horas para llorar y confesar tu pecado (vv.16-18). Y en cuanto a tropezones: abre bien tus ojos y mejor aún, dicho en sentido figurado, levanta el pie del sitio donde estás o frecuentas, mientras más pronto te vayas, mejor, no sea que “tu pie tropiece en piedra” y te desmenuce.

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