La fortuna de cada miembro de la iglesia
Apocalipsis 21:12-21
“12Tenía un muro grande
y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos,
que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 13 al
oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente
tres puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce
cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero. 15 El
que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus
puertas y su muro. 16 La ciudad se halla establecida en
cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña,
doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17 Y
midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es
de ángel. 18 El material de su muro era de jaspe; pero
la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19 y
los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa.
El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto,
esmeralda; 20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el
séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Las
doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la
calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”.
Si quieres aprovecharte
espiritualmente de este pasaje, medita espiritualmente en él, descifra su
simbolismo y aparta su sentido figurado hasta que halles el significado debajo
de esas hojas. Va finalizando la visión de Juan y el Señor le permite al fin
ver la iglesia, la cual llama la esposa del Cordero (v. 9). Así, ten en
cuenta eso, que lo que Juan vio fue la iglesia que se le aparece
en la forma de una ciudad, la nueva Jerusalén. ¿Bien? (v. 10), le
apellida con un adjetivo, santa, eso también es para recordarlo en la
interpretación. Lo que ha visto hasta aquí es la iglesia santa y que fulgura la
gloria de Dios como un resplandor comparado al de una piedra preciosísima
(v. 11). Eso lo vas a tener en cuenta cuando la describa.
Juan parece estar muy impresionado
con los muros de la ciudad, los cuales menciona varias veces (vv. 12,
14, 15, 17, 18, 19); los muros, según mi parecer representan los muros de la
salvación (Isa. 60: 18); y son importantes por su altura que es grande y
los hacen no escalables. Los que quieran entrar a la ciudad no pueden
saltar por encima de ellos, sino solamente por sus puertas, que son
doce; varias de ellas en cada punto cardinal. Esas puertas representan, lo
mismo que los cimientos del muro, las enseñanzas apostólicas (v. 14); o en
lenguaje más sencillo, que para entrar por los muros de la salvación, hay que
entrar solamente por las enseñanzas de los doce apóstoles del Señor, esto es,
por el evangelio de Cristo. Vamos al grano y pasar por alto algunos mínimos
detalles simbólicos. Juan pasa enseguida a describir las piedras preciosas que
forman el muro; y si los cimientos del muro de la salvación son las doctrinas
de Cristo (Efe. 2: 20), cada joya es alguna doctrina del evangelio. Y llego a
mi pensamiento principal para el cual salí. La riqueza, la fortuna, el tesoro
de la iglesia no es el dinero, no es el oro, el diamante, el jaspe, sino lo que
todo ello simboliza, el evangelio.
Y si el tesoro de la iglesia
es el evangelio, el real y colosal tesoro de cada uno de los miembros de la
iglesia es el mismo, las enseñanzas dejadas por nuestro Señor por medio de sus
apóstoles; aunque no tengamos más, si poseemos las doctrinas de la gracia en
la salvación, elección, predestinación, fe, arrepentimiento, perseverancia;
si ellas forman parte de los cimientos de nuestra iglesia, de nuestras vidas,
somos verdaderamente millonarios en la fe. Eso es estar en posesión de las
realidades de Dios. Oh Señor, qué afortunados somos. De pensar en eso me
embriago.
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