Jesucristo no odiaba los libros
Juan 7: 15
“Entonces los judíos se maravillaban, diciendo: ¿Cómo puede éste saber
de letras sin haber estudiado?”.
No querían decir que era un analfabeto como lo fue Mahoma. Jesús sabía
escribir y escribió (8: 6; Luc. 4:
17-20) y dominaba perfectamente el contenido de los libros, especialmente toda
la Escritura judía (Luc. 24: 27). Lo que quieren decir es que no ha pasado por
ninguna escuela rabínica, que no está titulado. Desde niño Jesús cultivó su
intelecto y hacía preguntas de adultos (Luc. 2:46). Y eso que era la Palabra,
el Verbo de Dios, y lo que aprendió lo aprendió del Padre. Es inútil tratar de
hallar en Jesús un heredero de la cultura de su época y en el evangelio todos
los componentes del pensamiento de su tiempo. Lo sorprendente de Jesús no son
sus doctrinas admirablemente nuevas sino su Persona y la relación que ella tenía
con la Escritura. No hablaba como un analfabeto (vv. 45-49), hablaba con
autoridad. Lo reconocían como un gran orador por su estilo parabólico, la
profundidad y sencillez de sus discursos
y la belleza de sus imágenes. Con una soberbia imaginación.
No obstante, los evangelistas no se preocupan de presentarlo
como un hombre intelectual porque estaban satisfechos con su palpable poder. Pero su sabiduría era indisputable (Mt. 13: 54).
Le llamaban rabí porque era el Maestro. Los discípulos que eran hombres sin
letras y del vulgo eran reconocidos que andaban con él (Hch. 4: 13), lo que
quiere decir que los elevó intelectualmente. Por algo en este siglo XXI, la
sociedad intelectual asocia más el cristianismo con Pablo de Tarso que con los
otros apóstoles. Lo que es cierto en Jesús, en nosotros no.
Si un predicador no ha estudiado no tiene letras tampoco.
El conocimiento no le llega por ósmosis sino por libros y escuelas. ¿No sabes que
Pablo era un asiduo lector, y por eso pide que le devuelvan sus libros? No
porque Carpo pensara quedarse con ellos; no tenía esa mala costumbre, sino
porque no quería pasar una sola noche sin leerlos (2 Ti. 4: 13). Ignorancia no
es sinónimo de espiritualidad. Y eso que viajó al tercer cielo, pero estudiaba
y leía libros. Los raptos espirituales no sustituyeron sus libros. Excepto
Jesús, nadie puede ser un hombre de
letras, y que valga la pena ser oído,
odiando los libros.
Comentarios
Publicar un comentario