Con Dios en el negocio
Salmo 112:1-10
“Bienaventurado el hombre que teme
a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran
manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos
será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa y su justicia permanece para siempre.
Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo. El hombre de bien tiene
misericordia, y presta; gobierna sus asuntos con
juicio, por lo cual no resbalará jamás;
en memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas
noticias; su corazón está firme, confiado en
Jehová. Asegurado está su corazón; no temerá, hasta
que vea en sus enemigos su deseo. Reparte, da a los pobres;
su justicia permanece para siempre; su
poder será exaltado en gloria. Lo verá el impío y se irritará; crujirá los dientes, y se consumirá”.
“El deseo de los impíos perecerá”.
“El hombre que teme al Señor”, (el hombre de negocios). Si hay un salmo que
permite hablar sobre competencia económica
es éste. Es mejor leer el v.7 en conjunto con los otros nueve. Es
un salmo especialmente dispuesto para el hombre de negocios, para el que hace
inversiones. Se le asegura que no será vencido por sus adversarios (v.8) y
cuando todo sea sacudido, que se
estremezcan los cimientos económicos de la sociedad, cuando ella sufra como un
terremoto o un colapso, él no (v.6). Dios se encargará de su economía. Pero
este hombre, rico o de clase media, tiene dos rasgos en su carácter: medita mucho en los mandamientos del Señor,
la Biblia es su leal compañera (v.1) y desarrolla su negocio de modo que agrada
a Dios y el dinero que le entra viene del cielo, de sus riquezas en gloria en Cristo, es dinero que acompaña a la
salvación. Y el otro rasgo de su carácter es que no ama el dinero que cosecha, porque el amor al dinero es “raíz de
todos los males” (1 Ti. 6:10).
El hombre de este salmo es único porque pasó por el ojo de una aguja como dijo el Señor, pero
pasó, fue difícil pero pasó, le costó mucho pero pasó. Y ¿cómo lo sabemos?
Porque da prestado (v.5), si lo
devuelven, bien, si no pueden lo olvida, el dar a los demás no lo arruina. Si
presta no lo da con interés a sus hermanos y eso le permite a ellos prosperar
económicamente, porque no sólo presta para sacar algún provecho sino para que
otros prosperen, y haya una mejor economía, y su país prospera. Y lo verán los
otros impíos, los pobres por impiedad y tratarán de saber el secreto de aquella
prosperidad, y querrán que él les diga cómo ha podido hacer su fortuna, y él
simplemente le dirá “con Dios en el negocio”, y ellos incrédulos, rechinarán de
envidia los dientes (v.10).
Comentarios
Publicar un comentario