Dios oye a los cuervitos cuando chillan
Salmo 147:9
"El
da a la bestia su mantenimiento y a los hijos de los cuervos que claman".
Se puede traducir “y a la cría de los cuervos cuando chillan”. Si ellos claman
¿tú no? ¿Será Dios más sordo a los clamores de un pájaro hambriento que a un hijo
suyo, con alma inmortal, hecho a su semejanza, por quien Cristo murió, heredero
de la vida eterna a quien Jesús fue a preparar un lugar junto al Padre? ¿Pueden
compararse los clamores de un cuervo a los gemidos del Espíritu Santo? (Ro. 8:26).
Jamás un cuervo clama de modo indecible;
son clamores naturales y no espirituales que no tienen que ver con la
salvación, con el perdón de los pecados, con la angustia por Israel y la
preocupación por todas las iglesias.
Cristo
no murió específicamente por los pájaros ni ellos son templos del Espíritu
Santo, ni forman uno a uno la iglesia. Y aunque usted no lo crea, los chillidos
de los cuervitos son oídos aunque tienen
en contra la ley del mismo Dios a quien ellos pian, puesto que según Moisés,
Dios los tuvo por pájaros inmundos, que comen carroñas y que deben ser separados
de todo contacto con su pueblo santo (Lev. 11:11-27). Su lugar es entre los
reprobados, los rechazados, él y todos los otros compañeros semejantes que
aparecen en esa lista dietética. Con todo, un cuervo fue el que envió Noé para
saber si se podía bajar del arca, e hizo el mismo trabajo que una paloma.
Y la
simbólica lista habla de hombres y mujeres pecadores y de sus compañías. Los que
según la ley de Jehová son inmundos suelen ser elegidos por la gracia de Cristo
para la salvación e ingresar en la lista de los escogidos para volar y sentarse
en los lugares celestiales. Separados por Cristo de sus viejos linajes y parentescos, y de esas
somormujas, búhos, lechuzas, buitres, murciélagos, pelícanos y otros insectos
de cuatro patas, cretenses siempre mentirosos y cretinos, que el apóstol llama “malas
bestias” (Tito 1:12). Es una gran esperanza para la oración, que si Dios escucha
y provee por los chillidos de todas esas aves que tienen los diez mandamientos
en contra y todo el Levítico, seguramente nos oirá cuando clamamos por pan,
agua o tenemos que volar fuera del nido buscando empleo, con otros muchas bocas
que compiten.
Brutal.
ResponderEliminarHace poco comentaba con una hermana que discipulo Lucas 18:1-8, ya sabes, la parábola del juez injusto.
Siempre me ha parecido interesante que los discípulos no le piden a Jesús que les enseñen qué orar, sino cómo orar, y eso hace el Señor.
Jesús cambia sus chillidos de cuervo por oraciones enteramente humanas, pues son al fin teocéntricas.
Santificado sea Tu Nombre...
La urraca chilla sonidos desacompasados que no son nada más que exigencias ciegas, porque no presupone nada.
Pero que no sean los sanos los que necesitan médico sino los enfermos evidencia que todo acto de fe presupone una carencia, un vacío, una necesidad.
Presupone que estoy enfermo, ciego, que soy pobre y estoy indefenso.
Presupone que no puedo, y que la mayoría de las veces ni siquiera quiero.
Presupone que sé que necesito, pero no sé cómo pedirlo, presupone que estoy tan perdido en la esfera de lo espiritual, que ni siquiera sé pedir como debo.
Gracias por tus entradas hermanito, y disculpa que no siempre tenga el tiempo necesario para zambullirme en tu espacio, y reflexionar y comentar como mereces.
Un besitoooo!
:]
¿Sabes, Renton? Me alegro que visites mi blog, no importa aunque sea “de pascua a San Juan”.
ResponderEliminarCuando terminé de escribir la entrada, oré por algunos amigos y oré por ti, por Viviana. Sé quiénes son; aunque nunca los he visto en persona siento gratitud y afecto, con admiración.
Si te acuerdas, ora por mi trabajo, esto de empezar una iglesia nueva no es como cantar y coser. Este domingo a las tres vamos a regalar víveres. Los inmigrantes de Centroamérica lo necesitan. Eso se hace una vez al mes, un sábado, en la iglesia americana. Yo prediqué a los hispanos el mes pasado a los que allá van a buscar comida.
Esta vez lo haremos en domingo en donde nos reunimos nosotros, los hispanos, en una iglesia china (Esos chinos me quieren como si yo hablara mandarín).
El plan es tenerlos reunidos, predicarles, y después enviarlos con las bolsas de comida. Después tendremos la clase bíblica. La tiene mi hijo, sobre Colosenses. Quizás alguno de aquellos se queden para escucharla.
Cuando conduzcas tu coche, ¡sin cerrar los ojos!, dile a Dios, “bendice a Humberto” así nada más, pero puedes agregar, “el tipo del blog” no sea que bendiga a otro en mi lugar.