El adulterio no compensa lo que se paga
Mateo
5:27-30
“27 Oísteis
que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer,
sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y
no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano
derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se
pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.
Puerta de
entrada de adulterios. Los ojos. El adulterio está prohibido tanto por la
ley de Moisés como por el evangelio; y Jesús en vez de suavizar el mandamiento
lo hizo más difícil, poniendo a un lado la forma exterior de fidelidad para
pedir una fidelidad a Dios y a la esposa, más perfecta, interior.
En nuestro texto vemos algunas cosas. Comúnmente la puerta de entrada de esta clase de pecado son los ojos, "porque yo os digo que todo el que mire a una mujer". La tentación empieza ahí. Después pasa al corazón y estimula la concupiscencia, y si en ese momento cuando todavía la voluntad es libre no se pide la ayuda de Dios, la tentación cobra fuerza y la imagen, los gestos, la voz de la otra mujer se vuelven una idea fija que como una barrena empieza a dar vueltas dentro del cerebro del hombre, y cada vez que se miran da una vuelta más haciendo más difícil poder extraerla. Y si como dijo alguien, “si quieres sacarla te destroza el cerebro y el cráneo”.
Además es semejante a una fascinación, a un embrujo, un hechizo o encantamiento (está hipnotizado) (Ga. 3:1). Su voluntad está anulada y cautiva de la otra persona. No piensa en otra cosa y hace sólo lo que ella diga. Es imposible convencerlo con razones porque no razona. Por lo tanto hay que evitar el contacto, suspender los encuentros, romper el trato y alejarse en oración cerrando la puerta de penetración de ella hacia el cerebro. El tiempo de resistencia depende del temor que tenga a Dios y de la formación de su conciencia cristiana, del auxilio del Espíritu y la Palabra.
Se necesita, para no caer en ese pecado, algo más que una enseñanza moral. Parece
que Jesús tenía entre sus oyentes algún caso porque dice “si tu ojo, si tu mano, sácalo de ti”.
Su lenguaje es muy personal. O sea que ya la tentación está bien avanzada y la
persona se encuentra en esa clase de relación ilegal y Jesús le sugiere que
haga una amputación, una cirugía. La tentación de adulterio es sangrienta, se
suda sangre y se mana sangre por las manos, los ojos y desde el corazón. En
este grado, o a este nivel, la ruptura de una relación adulterina es equivalente
a un desmembramiento, o sea algo muy doloroso y sangrante. Romper un adulterio
es una cosa muy dolorosa y difícil, el adúltero sufre, se entristece, siente
furia, y puede volverse agresivo. Le deja una huella o marca para toda la vida.
Nunca se olvida. Y la única solución que le da es conforme a la ley, somática, como si el pecado
tuviera ese origen, dentro del cuerpo o en sus glándulas. Pero el origen del
adulterio no es sexual sino psíquico. Sabemos que la ley no ayuda al adúltero.
El
evangelio enseña que los mandamientos religiosos y morales son incapaces de prevenir el adulterio. Por ende, aquí según el NT
descifro esa verdad. Muchos hombres judíos no podían cumplir sinceramente con
su religión y vivían una doble vida (Ro. 2: 20-24). El hombre religioso honesto
se daba cuenta que la ley le ordenaba ser fiel pero no lo ayudaba, por defecto
suyo y no de ella (Mt. 26: 41); y Pablo lo explica en Ro. 8: 3; es
imposible mediante ella lograr ser fiel "hasta que la muerte los
separe"; y en Col. 2: 19-23 dice que la religión no tiene ningún poder
sobre los deseos del corazón. El hombre carnal, "vendido al pecado",
aunque quiera no puede sujetarse a la ley de Dios (Ro. 8: 7), y si lo trata no
puede vivir en paz sino siempre intentándolo y acosado por la culpa. Entiende
eso mujer cristiana que la fidelidad de tu marido no depende de la moral, del
amor a los hijos, de sus convicciones. No creas que por esas cosas él es
incapaz de hacerlo. El, aunque no lo quiera puede caer vencido por fuerzas
mayores que le han roto toda resistencia.
Palabras
para mujeres y hombres casados. El
adulterio no compensa. Otra palabra para las casadas. Fomenta la comunión de tu esposo con el Señor, acércalo a
la Palabra de Dios y al Espíritu Santo, y especialmente que tema. Las metáforas expuestas por Jesús
tienen como fin crear el temor a Dios y a las consecuencias del
adulterio. Hazle ver que lo que ahora es agradable a los ojos y placentero se
convertirá en un infierno, que su
vida aquí en la tierra será un infierno y en la otra también. Si lo que busca
es felicidad, ni sueñe con ella, porque el futuro de esta clase de relación es
el lloro y el crujir de dientes. No sólo no ganará nada sino que lo perderá todo,
porque Jesús dijo que "todo el cuerpo" se perderá en el infierno, la
vida entera.
Y
una palabra para las solteras. Si a
una joven cristiana la está enamorando un hombre que no tiene temor de Dios ni
conciencia cristiana, debe saber que si se casa con él más tarde o más (posiblemente)
temprano tendrá otra mujer. Son las dos únicas cosas que pueden retardar una
caída o quizás impedirla. Finalmente, hombre
cristiano, esto sirve para que tiembles y cuando llegue el primer pensamiento
de codicia puedes estar seguro que el diablo te está proponiendo un negocio en
el cual no saldrás ganando sino que lo perderás todo. El adulterio no compensa lo que por él se
paga.
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