Por qué los profesores y predicadores brincan algunas doctrinas
"Estrecha es la puerta y angosto el camino que
lleva la vida, y pocos son los que la hallan" (MATEO 7:13,14).
Entre tantas opciones y lugares por dónde salir y
entrar, hallar la puerta de la salvación es una gran bendición. Hay muchas
falsas puertas, falsos cristos, muchos dioses y señores, muchos exorcistas,
sanadores, ungidos, "enviados por Dios", cientos de religiones. Si se
ensancha la puerta se toma el camino de la perdición y no hay en él salvación.
Sí, son pocos los que salvan, contestamos, y no debemos preocuparnos demasiado por la
cantidad de convertidos o profesiones de fe (Luc.13:23); y, es más, debemos
amar esa palabra y estar conformes con ella porque glorifica a Dios. Hoy el “numerismo”
lo que hace es sentir mal al predicador que busca por todos los medios que cada
vez sea mayor. No es que no desee que muchos se conviertan puesto que Pablo
quería que “la palabra” corriera y fuera glorificada (2Te. 3:1), es que no ponga
sus ojos en el número sino en la glorificación de Dios y de su palabra. Difícil
es sentir esto cuando casi todos lo que buscan, aunque dicen “salvar almas”, es
la glorificación de su propia imagen y la obtención de su éxito personal que es
medido por la aritmética dentro de esta sociedad. Y aun dentro algunos bautistas
reformados se predica sin doctrinas, igual que dentro de los bautistas del sur:
la elección y predestinación las vuelven mudas y cuando aparece en la lectura
de un texto, se brinca sobre ellas como si no existieran. Y podéis creerme, que
siendo ellas el corazón mismo de la salvación, al explicarlas a la iglesia, si
no la han prejuiciado, se siente privilegiada, única y se enamora del Amado en
quien ella fue escogida y el corazón pastoral se emociona y late apurado.
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