La población inconforme con el estado


“Y les dijo: Qué aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado, diciendo: ¿Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los jóvenes que se habían criado con él, le contestaron: Así dirás al pueblo que te ha hablado diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminuye nuestra carga. Así les dirás: Mi dedo más pequeño es más grueso que los lomos de mi padre. Así que, si mi padre os cargó de yugo pesado, yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, y yo con escorpiones” (2 CRÓNICAS 10:9-11).  
Sin una gota de sabiduría. No es el aumento del número de leyes más estrictas sino oportunidad económica, libertad política y educación. Humanismo. No es el aumento de los impuestos y más y más regulaciones estatales sino menos, dando oportunidad a la clase media a que prospere. Muy mal hace el rey en alzar descomedidamente la influencia del estado y elevar los impuestos. Razón tenía la población para sentirse incómoda con el estado. Ese experimento moderno de la omnipresencia y omnisciencia estatal, casi divina, llenando de mil regulaciones la sociedad, no es más que como dice la Escritura, “un yugo”, odioso creador de esclavos, hipócritas y zombis.  Diferente a los tiempos de Salomón cuando la plata abundaba como “cabrahígos de la Sefela” (1:15).
“Tu padre hizo pesado nuestro yugo” (10:4). Al principio Salomón usaba extranjeros en sus obras, después parece que utilizaba a los israelitas como si fueran esclavos y esto les revivió a ellos el recuerdo de la esclavitud en Egipto (Clarke). Después de un cambio de gobierno, porque ninguno es perfecto, el pueblo espera que se corrija lo deficiente y que haya mejoras laborales y fiscales (v. 18).
 

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