Exhiban las armas en los museos y no en desfiles militares



(Corea del Norte imágenes)

 “El peso del oro que venía a Salomón cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro, sin lo que traían los mercaderes y negociantes; también todos los reyes de Arabia y los gobernadores de la tierra traían oro y plata a Salomón” (2 CRONICAS 9:13-21). 

Una fortuna, prosperidad económica y gloria para Israel, sin despojar con guerras a otros pueblos, sin hacer un imperio territorial derramando sangre sino comerciando, con una mejor economía que los otros, por medio de la sabiduría en las leyes, el comercio y la política. Un país puede volverse muy rico y próspero por medio de su cultura, sus negocios, sin ir a la guerra y el pillaje, y expandir su territorio. Por medio de sus universidades y sus hombres inteligentes (v. 26). Esos escudos puestos en la hermosa casa en el Líbano, no eran para la guerra porque el hierro era mejor, o el bronce, pero Salomón era como Melquisedec, un rey de paz; eran para gloria y adorno. Así debiera ocurrir en los reinos de este mundo que tienen su ejército fuertemente armado, que las armas nunca se usen y pasen a los museos, ninguna tinta en sangre, vistas como adornos e historia (Sal. 46:9). Que el público vea una bomba atómica y diga “no se lanzó en Hiroshima ni en Nagasaki”. Que mire una central nuclear y se diga “están investigando sobre la cura de cánceres, no fundiendo misiles”. El problema es la deshonestidad y ambiciones de los gobernantes que fingen desarmes y procuran producir más y más armas de destrucción masiva.  Este es un mundo peligroso y se teme que la única forma de ser libre es siendo fuertes, y convertir las armas en decoración no puede ser una decisión unilateral.  Exhiban las armas en los museos y no en desfiles militares.

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