Juan 3:16 para calvinistas y arminianos
Mas a todos los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jn.1:12-13; 3:16).
Leí en un sermón de Spurgeon que si los elegidos para la salvación tuvieran una marca en la espalda él antes de hablarle de Cristo le alzaría la camisa y si no la tiene no le predicaría, pero como eso no existe y no sabemos a quienes ha escogido Dios y a quienes ha reprobado, hay que anunciarle a Cristo a “toda criatura” no a un grupo en particular; a “todo el mundo” como establece la Gran Comisión. Nuestra predicación de la gracia, dentro del formato calvinista de teología, debe ser anunciada con la amplitud de Jn.3:16 “para que todo aquel que en él cree no se pierda”.
Anunciamos el evangelio a un mundo de pecadores porque todos hasta ese momento, están “destituidos de la gloria de Dios”. Sean elegidos o no son pecadores. Aunque son “pocos los escogidos” tienen que ser “muchos los llamados” (Mt.22:14). Esa es sólo la porción de credibilidad que tiene el arminianismo, en el anuncio del evangelio, en la oferta a todos, no a específicos pecadores. Es sólo evangélico en la oferta no en su contenido y por lo tanto no debe formar parte del contenido teológico de educación de la iglesia ni aún del contenido de su evangelización. Anunciamos a todos “cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, sabemos que “no es de todos la fe” (2Te.3:2) y que creer es un don de Dios (Ef.2:8); y durante la predicación oramos por los oyentes porque es Dios quien “produce el querer como el hacer por su buena voluntad” (Flp.2:13); y es por eso que dice que no son engendrados de voluntad de carne, o sea, no puedes decir “te convertiré en cristiano” “creerás en Cristo ahora”. La salvación pertenece “al que está sentado en el trono y al Cordero” y a nadie más.
Si evangelizas diciendo “arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados” (Hch.3:19), sabes que es “su benignidad la que los guía al arrepentimiento” (Ro.2:4); y que es Dios quien concede a los gentiles “arrepentimiento para vida” (Hch.11:18; 17:30; 2 Ti.2: 25). Así los hermanos de teología arminiana predican sobre Juan 3:16, los calvinistas también, hasta que los primeros lleguen a aprender de los segundos “más exactamente el camino de Dios” (Hch.18:26) y cómo se explica afectiva y teológicamente Juan tres dieciséis.
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