Tweety y la Antropología de Salomón


Defunción de un pájaro

Tweety (Piolín) la amarilla pajarita favorita de mi esposa, la madre de todas las pequeñas cacatúas (cockatiel) que hemos criado, expiró ayer a sus trece años y murió casi en las manos de mi mujer. La pajarilla que estornudaba sus resfríos y roncaba en su hombro. No estuvo enferma. Arribó a su límite y se fue. Walky la ha llorado. El esposo la llama constantemente y vuela de un sitio a otro esperando que aparezca, en vano. Pasó la noche muerta en un lugar aparte y al amanecer, lunes, estaba apenas rígida, no como otras mascotas a las que he dado sepultura, como si fueran de madera, dura. Tweety amaba su hogar, su esposo Brian, su jaula, su dueña o mejor dicho mamá, y amaba la vida. Tal vez por eso quiso morirse y que pareciera estar viva porque lo que más detestaba no era la extinción que le esperaba sino lo fea que es la muerte. Walky buscó en vano alguna pequeña caja que le sirviera de ataúd. La envolví en una hoja de papel toalla y luego en una bolsa de plástico, y la sepulté debajo de un árbol junto a Casi, un “casi” pato, de quien vi su bolsa cuando excavé. Cubrí la abertura con tierra, hojas secas y dos lozas blancas como lápidas, sin inscripciones. Cada día al amanecer Walky le daba un beso al sacarla de la jaula y al devolverla; sumando un total aproximado en los trece años, de 8760 besitos que en su pico y plumas se llevó la muerta. Enterré todos aquellos besos, los tapé con tierra, sin verlos, recordándolos. Dice Salomón que Tweety no va a resucitar jamás porque no tuvo alma, ni duerme en el sepulcro, se esfumó.



Tweety y la Antropología de Salomón


“Yo dije en mi corazón, con respecto a los hijos del hombre, que Dios los ha probado para que vean que ellos de por sí son animales. Porque lo que ocurre con los hijos del hombre y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte de éstos, así es la muerte de aquéllos. Todos tienen un mismo aliento; el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad. Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe si el espíritu del hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (Eclesiastés 3:18-21)


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Sin quererlo Salomón tiene sus discípulos en este siglo que creen que Dios habló en este pasaje para instruirlos sobre la composición del ser humano, que no excede en nada a las bestias. Estos son los seguidores de Rusell, de Helen White y los evolucionistas darwinianos. Todos afirman que el hombre no tiene alma que sobreviva a la muerte.

Salomón no está hablando de la inexistencia del alma sino de la vida y la muerte; la antropología del Predicador contrasta con la esperanza cristiana por la melancolía y pesimismo que el libro destila. No piense usted encontrar la esperanza evangélica en el Eclesiastés; la resurrección de los muertos se desconoce y hay poco que se pueda usar como supervivencia del alma. Fue escrito en tiempos de la apostasía del autor, o un poco después, y el vacío que siente es profundo. Como la revelación de Dios es progresiva, Eclesiastés está teológicamente por debajo de todos los libros del NT. En general el NT sabe más que el AT.

Si fuera cierto que no tenemos alma entonces el cielo está casi vacío. Tomar sus palabras y decir: la Biblia niega la existencia del alma, cuando nos morimos todo se reduce a polvo, el cuerpo y el alma, y ella no es más que la vida que con la muerte desaparece, y nada sube arriba y nada va más abajo del sepulcro, ahí se queda todo, nos desintegramos completamente y dormimos en polvo y nada, hasta la resurrección cuando Cristo pronuncie nuestros nombres y las partículas de tierra se junten y volvamos a la vida con un cuerpo glorioso e inmortal.

Mientras tanto nada hay, en el cielo solo están los ángeles, Dios y tres seres humanos, Enoc, Elías y Jesús. No hay nadie más, todo el otro espacio está vacío. Están desocupadas las muchas moradas de la casa del Padre. Ningún santo disfruta de nada ni los ángeles llevaron el alma de nadie a ninguna parte. No sabremos de la gloria hasta que no volvamos a vivir. Tenemos que esperar nuestra resurrección para ver a Dios nuestro Salvador. Morimos como las bestias y no tenemos más aliento que un chancho ni más alma que un galgo.

¿Eso es lo que usted cree que nos enseña Salomón? No, pero si lo enseñara, sin que haya contradicción, hay otros que recibieron más luz divina que él sobre este tema.

(1) Jacob, por ejemplo, aunque vivió antes que Salomón no habla de forma tan desdichada como este sabio, ni estaba tan apesadumbrado con la muerte como Salomón lo estuvo. En su lecho mortuorio halló fuerzas para incorporarse en su cama y bendecir a todos sus hijos y pedirle a José que llevara su cadáver de regreso a Canaán y lo enterrara junto a sus padres porque quería ser unido a su pueblo, no precisamente a otros cadáveres sino a la “región de los muertos” (Ge.25:8,17); lo mismo que Aarón empinado y solitario paraje (Ge.32:50). El pensamiento del AT sobre el Seol es difuso pero tiene alguna seguridad que el pueblo que partió al más allá es el suyo y que dicho lugar abarca alguna forma de existencia tras la muerte. Por eso no grita, no se desespera y con calma recoge sus pies y expira (Ge.49:29,33). Moisés y Aarón mueren del mismo modo, tranquilos, satisfechos, y son recogidos por Dios. La muerte para ellos fue un beso, no una mordida que les arrebataba la única existencia disponible. El NT sabe más que Salomón.

(2) Pedro, Jacobo y Juan. Vieron a Moisés cientos de años después de muerto. Y no una momia. ¿Qué parte de Moisés estuvo en el monte de la transfiguración con Jesús si no fue su alma, porque el cuerpo lo enterró Dios? (Mt.17:3,4). ¿No creerían estos tres en la existencia del alma cuando vieron a Moisés? La visión no fue una película que vieran, sino que los celestiales personajes eran tan reales que quisieron hacerles tiendas para que se hospedaran.

Si usted es de la escuela de Salomón hay otros que prefieren sentarse con los discípulos a los pies de Jesús y oírle sobre una esperanza más amplia. Los apóstoles de Cristo aprendieron “más que Salomón” con Jesús (Mt.12:42), y pudieron en sus cárceles y hogueras sonreír.

(3) Pablo habló de la muerte como un suceso que lo llevaría de inmediato a estar con Cristo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Pero si el vivir en la carne me sirve para una obra fructífera, ¿cuál escogeré? No lo sé. Me siento presionado por ambas partes. Tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedarme en la carne es más necesario por causa de vosotros. Pues, convencido de esto, sé que me quedaré y que aún permaneceré con todos vosotros para vuestro desarrollo y gozo en la fe” (Flp.1:21-25).

Y enseñó que la muerte vestiría su alma y cuerpo de una habitación celestial: “Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Pues en esta tienda gemimos deseando ser sobrevestidos de nuestra habitación celestial; y aunque habremos de ser desvestidos, no seremos hallados desnudos. Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque no quisiéramos ser desvestidos, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.

Pues el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu. Así vivimos, confiando siempre y comprendiendo que durante nuestra estancia en el cuerpo peregrinamos ausentes del Señor. Porque andamos por fe, no por vista. Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor. Por lo tanto, estemos presentes o ausentes, nuestro anhelo es serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo” (2 Co.5:1-10). Con medio ojo usted puede leer que creía que tenía un alma que habitaba en su cuerpo.

(4) Y Pedro con la misma antropología que Pablo cuando le llegaba la hora de irse de este mundo habla de su muerte como una partida, un viaje que se da hacia Dios: “Pero considero justo estimularos la memoria entre tanto que estoy en esta mi morada temporal. Pues como sé que dentro de poco tengo que dejar mi frágil morada, como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo, también procuraré con empeño que, después de mi partida, vosotros podáis tener memoria de estas cosas en todo momento” (2 Pe.1:13-15).

La negación de la inmortalidad del alma contraviene el testimonio cristiano. ¿Todavía no ha aprendido que la revelación divina es progresiva y que el NT sabe más de nosotros que el AT? No trate de ir a la palabra hebrea ruash, a la psiché griega, a “demostrar” que Adán fue un “alma” viviente, o sea un “ser” viviente, que el hombre va al polvo y todo se acabó, que no hay nada más.

Comoquiera que usted elucubre sobre esas palabras, yo tengo hechos, en esperanza apostólica, que los autores del NT no eran tan pesimistas como Salomón ni se igualaban con el buey que trilla no con el gorrión que cae a tierra. No ayuda mucho esa antropología salomónica y darwiniana a la ética cristiana porque los que piensan que no somos más que los animales podrían vivir despreocupados de las consecuencias eternas de sus actos y adoptar el antiguo proverbio repetido por los epicúreos que “comamos y bebamos que mañana moriremos” (Isa.22:13; Hch.15:32).

Negar el alma y el infierno concede un respiro a los inconversos y los libera de la necesidad del arrepentimiento y de convertirse a Cristo para evitar ser juzgados por sus malas obras (2Co.5:10). Provee una alternativa engañosa al mundo para que escoja los placeres y pierda temor del juicio final. Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno” (Mt.10:28).

Pida la baja en la escuela de Salomón, un poco más atrasada que la de Pablo, Pedro y Jesús que ofrecen una antropología más completa y una esperanza viva y sonriente, y enseñan a sus discípulos a comer y beber para la gloria de Dios y no a decir que “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. No se engañe, tiene usted más que la bestia, y una conciencia estampada en su alma que la identifica para la resurrección y el juicio.

Jesucristo no murió por Tweety sino por hombres, porque no tuvo alma, no puso Jehová “eternidad en el corazón” de ella. La pequeña cacatúa no está en el hades en tormentos, ni se la come el gusano que nunca muere ni la quema el fuego que no se apaga. No fue arrebatada hasta el tercer cielo, “en el cuerpo o fuera del cuerpo”. Jesús no le dijo “hoy estrás conmigo en el paraíso”. Esas promesas son para los que tienen una mejor antropología y mueren diciendo: “Señor Jesús recibe mi espíritu”. (Hch.7:59; Luc.23:46).

Epílogo

Pobre cristiano que duda, para creer en la existencia del alma como cualquiera otra doctrina bíblica necesita que Dios se la revele. Está en la Biblia. Pero no me refiero a eso. Sino a que se la revele a usted. Se la pueden explicar pero por más que quiera creerla no alcanzará tener confianza y morir en ella a menos que esa seguridad provenga del Espíritu Santo. La fe es un don de Dios. Ponga a un lado mi escrito y ore. Aunque haya logrado convencerlo, Dios lo quiera, eso no es todo. Como no depende del que quiere sino de quien Dios tiene misericordia, implore para alcanzar lo que ya otros mentores han alcanzado, una esperanza más bonita y abundante que la que tuvo su melancólico preceptor Salomón. Amén.

Comentarios

  1. Humberto, ¡cuantas verdades juntas!

    Le predique el evangelio a un compañero de estudios, despues de 15 años nos volvimos a encontrar y me dijo: "te acuerdas aquella conversacion sobre Dios que tuvimos?, pues quiero decirte que te agradezco me hayas mostrado a Dios, porque hoy soy cristiano, pertenezco a los Testigos de Jehova y llevo varios años de ser cristiano"
    Le dije: "me alegro mucho de verte de nuevo, pero respecto a lo que me dices, creo que te equivocas, porque el Dios que yo te predique hace 15 años no es el mismo dios que tu crees hoy, lo siento, pero no me hagas responsable de tus errores"

    De ahi en adelante mantuvimos correspondencia electronica, y no perdia ocasion para enviarme extensos documentos en los cuales procuraba "convencerme de su doctrina" ¿quizas se queria convencer el mismo? Trate de hacerle ver a traves de la exegesis biblica los grandes errores de su doctrina, y de su biblia, pero llegue hasta que me dijo un dia: "¿la biblia de la cual hablas, y los originales en los cuales sustentas tu defensa los recibiste por fax de parte de Dios?"
    Al leer aquello, me di cuenta que le estaba "echando mis perlas a los cerdos...". Le pedi varias veces que yo preferia no hablar del tema, que tenia mi fe bien fundamentada, pero no entendio, seguia agrediendome con su nauseabunda doctrina, hasta que ya no pude mas y decidi cambiar la metodologia y aplicar el metodo de Elias: comence a burlarme de su doctrina y de sus dioses fabricados, tal como lo hizo Elias en el monte Carmelo con los falsos profetas de Baal.....remedio santo, no me escribio mas. Trate de separar la persona de sus creencias, en honor a la amistad de antaño, pero fue imposible.

    El ruselismo, y todas las doctrinas que sostienen la no existencia del alma, han rebuscado en la Biblia textos aislados fuera de contexto, como el que rebusca en un campo cosechado algun resto que le sirva de alimento para sustentar una doctrina que es ideal para acallar la culpabilidad y la responsabilidad del hombre: "SI SOY CONDENADO Y TENGO QUE PAGAR POR MIS PECADOS, AL NO HABER ALMA, NO HAY EXISTENCIA DESPUES DE LA MUERTE, EL INFIERNO NO EXISTE, LA CONDENACION CONSISTE EN "ANIQUILACION"....PERO COMO NO SE SIENTE NADA, NADA VOY A SENTIR, POR LO TANTO, ME CONVIENE QUE NO EXISTA EL ALMA. CUANDO VENGA LA RESURRECCION, SI SOY CONDENADO, SERE ANIQUILADO Y NO SENTIRE NINGUN CASTIGO.....POR ESO, SEGUIRE CREYENDO Y PREDICANDO QUE EL ALMA NO EXISTE"

    Asi piensan los Russelistas, aunque ellos digan que son los unicos que se van a salvar, NO TIENEN SEGURIDAD DE SALVACION, su doctrina es salida del corazon no regenerado y culpable del hombre que fabrica un idolo para que le responda a sus intereses.

    Bendiciones en Cristo mi hermano, y gracias a Dios que un dia estaremos juntos con el Señor sentados a su mesa preparada para su pueblo.

    Saludos,
    Felipe Gonzalez.

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  2. Una experiencia muy instructiva, Felipe, razonaste bien en relación con las funestas consecuencias éticas que tiene la concepción del hombre sin alma, o la aniquilación total después del juicio. Es diabólica y enfilada a la corrupción y ofensa de Dios. Buen trabajo tu testimonio. Bendiciones,
    Humberto.

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