ÉXITO, AMOR, FELICIDAD, NOVENA PARTE
Viviendo en
un mundo completamente desvergonzado
“Quédate
esta noche, acuéstate hasta la mañana. Se levantó siendo aún muy oscuro y le
dijo que no sepa nadie que ha venido una mujer aquí”.
Era cierto
que una mujer había estado allí toda la noche, era cierto que había dormido a
su lado, era cierto que habían hablado de matrimonio, también era cierto que no
hubo contacto entre ellos ni habían hecho nada que les avergonzara, pero si
alguien la veía nadie creería que durmieron
en el mismo lecho sin que pasara nada. Booz pensó en lo que dirían sus
empleados si se enteraban, lo que pensarían de él, y de ella, sobre todo; ya no
la mirarían igual sino como una cualquiera y de estimarla y admirarla pasarían
a despreciarla.
Su futura
mujer debía tener una buena reputación para que todos la respetaran, porque
ella, como él dijo, si hubiera querido hacer cosas malas hubiera escogido a un
hombre de su edad, joven como ella, pero esa no era su intención y de saberse
nadie lo comprendería. Él no le dijo, “ahora mismo te vas de aquí y que nadie
te vea” porque era media noche y pudiera alguien hacerle daño. En fin, no
quería infamarla por ningún costado. La moral cristiana contempla el testimonio
ante los demás y hay cosas que no se deben hacer, aunque sean con limpio
corazón porque son difíciles de explicarlas y que la gente enterada quede
satisfecha, y si se pierde por imprudencia la reputación, la influencia
espiritual queda anulada y no valen las mejores excusas y los más interesantes
sermones.
Se ha dicho
con razón que la esposa del César no sólo debe ser decente sino parecerlo. No
todos son como Rut ni todos son como Booz que pueden hallarse solos y con
oportunidad de hacer cosas que no agradan a Dios y abstenerse de hacerlas. Es
mejor no tentar el carácter con una situación como ésta. Aunque estamos
viviendo en un mundo completamente
desvergonzado los siervos y siervas de Dios deben ser distintos y cuando se
aman cuidarse mucho no den de qué hablar.
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