ÉXITO, AMOR, FELICIDAD, DUODECIMA PARTE
Tu pueblo
será mi pueblo
RUT 1:16,17
“Pero Rut
dijo: No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas,
iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.
[17] Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada. Así haga el Señor
conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa”.
Quiero
terminar la serie con estos versículos del capítulo primero porque son muy
hermosos tanto que algunas parejas las escriben en sus tarjetas se bodas, dado
el caso que uno de ellos quiera que el otro lo deje, por cualquier razón;
prometen ser inseparables, tener un mismo destino, en las malas y las buenas,
prosperidad o escasez, salud o enfermedad, en la vida o en la muerte. Cuando un
creyente se une a Cristo es como si se casara su alma con él, se convierten en una sola carne, son huesos de sus
huesos, tienen una misma mente y un mismo sentir, un mismo Dios y un mismo
bautismo y una misma iglesia. Noemí tenía dos nueras, una era Orfa que la dejó
y se fue a su pueblo, su familia y sus antiguos dioses, la otra es Rut que dijo
estas bellísimas palabras. Estas dos mujeres representan a los que empiezan en
la gracia, a los que perseveran, y a los que se vuelven atrás. Orfa y Rut son
tipos. Orfa es tipo de los que habiendo comenzado bien terminan mal, se vuelven
a sus pueblos y sus costumbres, a sus culturas paganas, a sus dioses
ancestrales, a la religión nacional; no pueden vivir diferente a sus vecinos,
sienten nostalgia por la patria de aquí abajo, añoran la forma de vivir vana
que aprendieron y deciden regresar a ellos. Renuncian a la ciudadanía
celestial. Venden la primogenitura, se deshacen de todo lo que habían
adquirido, borran sus nombres del libro de la vida y desaparecen. Se vuelven a sus
familiares y a la religión que sus padres les enseñaron, por amor a ellos
se arrodillan ante sus altares, llevan sus amuletos, hacen sus votos, sus
juramentos, se casan con la bendición de sus sacerdotes, viven y mueren dentro
de la religión de sus ancestros. Se vuelven atrás “del santo mandamiento que
les fue dado”.
Pero hay
otros que son como Rut, continúan y aunque se les ruegue que retrocedan no
vuelven atrás, van donde Cristo los lleve, corren cualquier suerte, son fieles
en cualquier camino, hacen de la iglesia su pueblo, las leyes de ella las suya,
creen lo que ella cree, se visten como ella, adquieren sus costumbres, adoran a
su Dios y desean ser parte de ella hasta sus muertes. Dios quiera que usted sea
de los que perseveran para preservación del alma y su galardón sea completo.
Amén.
Pastor, Humberto Perez
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