Son bellas, más que las cristianas

  
     GENESIS 6:2;
(2 Pe.2:4,5; Jud.1:6,7).
“Vieron los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron para sí mujeres de entre todas las que les gustaba Es un pecado muy grande la contaminación matrimonial de la raza santa. Deja que los hijos del mundo se casen entre ellos y los jóvenes creyentes con hijas de Dios. Dice Gill lo siguiente:

“Según escritores árabes después de la muerte de Adán la familia de Set se separó de la de Caín. Set tomó a sus hijos y esposa y se instaló en una alta montaña (Monte Hermón) en la cumbre donde su padre Adán había sido sepultado, y Caín y todos sus hijos vivieron en el valle debajo donde Abel fue muerto. Set sobre la montaña obtuvo un prestigio de santidad y pureza, y se hallaban tan cercanos a los ángeles que podían escucharlos y unirse en alabanzas con ellos y por esa razón él y sus hijos recibieron el nombre de “hijos de Dios”. Su padre Set y los otros patriarcas les habían dicho que no descendieran y se juntaran con los habitantes del valle con los hijos de Caín. Algunos de ellos desobedecieron y bajaron y tomaron mujeres y después les siguieron otros atraídos por la belleza de ellas. 

Dicen algunos autores judíos que siendo los cainitas más numerosos y poderosos que ellos sólo le permitieron casarse con sus mujeres, agradando la carne sin tener en cuenta el carácter moral y civil de ellas, sin el consentimiento de sus padres y sin consultar a Dios cometiendo así fornicación a lo cual aquellas mujeres tenían adicción además del baile y las canciones mundanas, y esos fueron los atractivos que hicieron que aquellos jóvenes dejaran el monte santo y descendieran a tomarlas”. Como si dijeran entre ellos, “son bellas, más que las cristianas”;  "en la forma en que nos miran, los ojos nos hipnotizan, la sonrisa nos llena de encanto, y el hablar tan cerca de nuestro rostro es una insinuación insoportable y seductora, no pudimos frenarnos y las tocamos, rompiendo todos los pactos hechos con Dios". El NT, concretamente Pablo, dice “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos”, y con las inconversas (2 Co. 6:14-18). Ese yugo pesa mucho y se lamenta toda la vida haber fantaseado que algún dia ellos se harían cristianos. No es cierto que fueran más bellas, sino más sensuales y exóticas,  voluptuosas, y llenaron más los ojos de los hijos de Dios que sus hermanas en la fe.

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