El engaño de la Primera Dama
GÉNESIS 3:4,5
“Y
la serpiente dijo a la mujer: Ciertamente no moriréis. Pues Dios sabe que el
día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios,
conociendo el bien y el mal”.
¡Cómo van a pensar que Dios miente! Ella quiso
decirle: “Si Dios no quisiera que adquieras el conocimiento del bien y del mal
no habría plantado este árbol”; y Eva miró los frutos colgando entre las hojas,
y el reptil erguido sobre una rama, como si alas tuviera. Su intención era que
probara la desobediencia y conociera el mal por experiencia; y una gran
frustración le cayó a la Primera Dama cuando despojada de algo sintió que
quedó, y se desprendió de su cuerpo la gloria que la cubría y el Espíritu
sagrado que la envolvía; y agitado su pecho y ensombrecido su rostro corrió
hasta su compañero con una fruta en la mano para tener con él alguien en su
despojo y solitario infortunio. Aquella mentira con que se acusaba a Dios tenía
arropada esta verdad, “llegarás a ser como
yo”, y cayó del árbol el esperpento, como un gusano, y ellos fueron así,
similares al diablo. No es por vista, pareja, sino por fe.
GÉNESIS 3:6
“Cuando
la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió”.
¿Cómo pudo con una mirada suponer todo eso? Y ya su mirada cambió, de una santa
por la codicia, la confianza por el pánico, la gratitud por la envidia, y dejó
de ser radiante para ser oscura, y no vería más al Invisible con su par de ojos
engrandecidos y ciegos, que parecían más dos hoyos profundos que una pareja de
escrutadores de la belleza y la Deidad. La doctrina y la correcta
interpretación de la Palabra
de Dios le sirvieron para poco en el momento de la tentación, cuando se tiene
la Biblia abierta, se memoriza y no se cumple. Se suspende la comunión.
Por
qué huimos de Dios
GÉNESIS 3:7-10
"Entonces
fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová
Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas
Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu
voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”.
Todo
esto es una humanización de Dios. Fíjate, lector de la Biblia, que es inútil huir del castigo cuando uno
peca. El pecado “lleva en sí castigo” como el miedo (1 Jn. 4:18); y si no,
mírale en el fondo de los ojos a los homosexuales, los adúlteros y los
fornicarios, detrás de sus sonrisas y maquillajes. En realidad, Dios no vino a
Adán y Eva para castigarlos sino para arreglarlos, pero, algún castigo
tendrían, mínimo, pero alguno. No viene
para castigarnos sino para resolver nuestro problema. Y si hay castigo es
mínimo, con misericordia. Los castiga a trabajar y a parir con un poco de
dolor; y en vez de ejecutarlos.
El
relato permite hacer una generalización, que la principal razón por la que huimos de Dios, la principal, es por la relación que hay entre el pecado y el
sexo y como no queremos dejar limpio de pecado el sexo, entonces huimos de
Dios para que ni Dios ni alguien nos llamen la atención. La envidia, el odio,
incluso el homicidio, aunque evita el castigo humano, no hace huir de Dios,
como los presos lo atestiguan, porque Caín no huyó de Dios.
Por
otro lado, es inútil el intento de taparle el pecado a Dios. En el caso de Adán,
diría, “aquí, detrás de este árbol”. Y salta a la vista que hacemos lo mismo.
Nos escondemos detrás de algunas hojas y ramas secas. Una casa. Ropa bonita. Un
auto nuevo. Un título. Una sonrisa. Del dinero. Huimos de Dios porque sentimos
remordimientos y culpas carnales. Es mejor salir desnudos, no huir, no tapar
nada y exponer a Dios lo que nos hace sentirnos avergonzados, arreglar lo que
haya que arreglar, enfrentar las consecuencias y pedir misericordia al Señor,
que siempre la ofrece. Dios tapa nuestro
pecado cuando lo tapa con la piel de Jesucristo “sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Ro. 13:14); creados conforme a su imagen (Efe. 4:24). Cuando Dios
lo llamó y le preguntó por dónde andaba, porque se puso en fuga de la iglesia,
él le respondió, "estoy aquí".
Y ¿qué haces ahí?
Escondiéndome, ¿de quién? ¿De la serpiente?
No, de ti.
GÉNESIS 3:14,15
“Y
el Señor Dios dijo a la serpiente:
Por cuanto has hecho esto,
maldita serás más que todos los
animales,
y más que todas las bestias del
campo;
sobre tu vientre andarás,
y polvo comerás
todos los días de tu vida.
[15] Y pondré enemistad
entre ti y la mujer,
y entre tu simiente y su simiente;
él te herirá en la cabeza,
y tú lo herirás en el calcañar”.
Un
castigo bien pequeño para el reptil, la condenación a vivir en un nivel
inferior de la creación; no se menciona la muerte porque la muerte ya formaba
parte de la existencia animal. Para el hombre vivir en un nivel inferior al que
fue creado, es una gran humillación; la enfermedad y la muerte son
humillaciones. “Los versículos tienen una estructura
poética y son muy antiguos” (Broadman
Bible Commentary). En esos versículos no hay un odio cultural hacia la
serpiente sino una maldición, un tipo de alguien caído que come polvo por su pecado (49:17). En realidad, esto
parece tanto una pintura de la raza humana como del diablo. El nunca olvidado
caso de involución no evolución de
este reptil. Imagino que al principio los animales no eran carnívoros sino
herbívoros, porque el mundo era un paraíso. El hombre ya se comporta como las
bestias, de modo infrahumano.
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