Todavía despertamos interés para las mariposas
“Sale como una flor (la
vida humana, el hombre) y es cortado, y huye como la sombra y no permanece” (JOB 14:2)
La
flor, tan bonita y se muere “voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que
toda carne (la vida) es hierba, y toda su gloria (carnal) como flor del campo. La
hierba se seca (se arruga, envejece), y la flor se marchita (los años y
vicisitudes), porque el viento de Jehová sopló en ella (circunstancias);
ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas
la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isa.40:7,8);
“siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible,
por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es
como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se
seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta
es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pe.1:23-25). Pero Dios cuida de sus flores (Luc. 12:27-31).
Algunas veces nuestras vidas se hallan como las flores, vivas pero marchitas,
otras veces perfumadas y otras sin perfumes, necesitadas de un poco de agua
celestial que reviva nuestras, por el sol y el viento, gastadas apariencias.
Con todo, seguimos en el jardín de Dios y dado que Jesucristo es nuestro muy
amado Hortelano, es un milagro por su interés en nosotros que el pie despiadado
de la vida no nos haya aplastado y todavía despertemos, por su gracia, el interés
de las mariposas.
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