Compromete con Dios a tu familia

GÉNESIS 18:17-19

“Y el Señor dijo: ¿Ocultaré a Abraham lo que voy a hacer, puesto que ciertamente Abraham llegará a ser una nación grande y poderosa, y en él serán benditas todas las naciones de la tierra?”.  

Es una supuesta reflexión divina para explicar por qué se le comunicó con anterioridad a Abraham la condenación de Sodoma. ¿No era mejor suponer que fue para que no sufriera una crisis espiritual cuando se enterara de la muerte de su sobrino Lot? ¿Para que intercediera por él? ¿O para que lo ayudara? Pudo ser por esas razones o más bien sería por la futura conquista de Canaán, para que él ni sus descendientes tuvieran algún escrúpulo en arrasar la tierra, y que su conquista sería en el tiempo adecuado. Esa es nuestra exégesis de por qué los ángeles comunicaron a Abraham el secreto de la destrucción de aquellas ciudades; y la razón que da el escritor sagrado que estuvo en el corazón de Dios fue doble: el propósito de Dios para Abraham, bendecirlo a él y al mundo entero, y su fidelidad para la palabra de Dios en su familia y descendencia, porque “mandará a sus hijos y a su casa después de sí...” que obedezcan las palabras de Dios. “Siendo el gran hombre que lo haré, si ya me he propuesto bendecirlo tanto, si veo que será fiel, ¿qué impide que le revele lo que voy a hacer? ¿No tiene él familia allí? Quizás quiera interceder por ellos, me pida algo para ellos; y veré cómo reacciona cuando sepa el juicio que haré con los impíos”. 

A Dios le agrada saber y oír, y ver, nuestros esfuerzos para perpetuar la fe en nuestros hijos; por esa razón es que nos concede algo, nos trata como profetas. Oh Señor que yo guarde y mande a mis hijos que guarden tus mandamientos, que sean más obedientes que yo, que tengan más fe. Dios, aquí estoy comprometido, dentro de mi familia, con la continuidad de la fe una vez dada a los santos.

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