Marcos 5:18,19
“Al entrar El en la barca,
el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara acompañarle. Pero Jesús
no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales
cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de
ti”.
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GRADUACION |
Una gran conversión. Muchos pecados perdonados no
implican un llamamiento al ministerio. Algunos piensan enseguida que Jesús los
llama a ser pastores, misioneros, maestros, etc., y hacen de su conversión su
vocación. Le dio la misión de predicar no a una iglesia sino a la familia.
Convertir a su padre, a su madre, sus hermanos y tíos, a sus primos y a los
vecinos. Hablarles a todos de Cristo y unirlos a la comunidad cristiana, que es
la iglesia. Los grandes testimonios de conversión no sólo son recomendables
para el púlpito sino para la vida doméstica. La familia es la primera que debe
certificar nuestra conversión. El llamamiento al ministerio es otro distinto del de salvación. Hoy
gradúan a muchos estudiantes de teología y otras materias, en seminarios que no
exigen llamamiento celestial, que salen a buscar una iglesia donde pastorear
sin que Dios los haya llamado a eso. Es mejor ser un buen laico que un mal
pastor.
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