Atracciones y repulsiones
Mateo 4:1-11
(Mr.1:12-13; Luc.4:1-13)
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber
ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador,
y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El
respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y
le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo
de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti,
y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le
llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y
la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.
Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron
ángeles y le servían”.
Las tres pruebas contra Jesús, el diablo propuso atraerlo
de tres maneras. Le atacó el carácter, su religión y su cuerpo. Ojo, que Jesús
es quien único puede caminar con el diablo y no pecar. Pero lo hizo porque esos
son caminos nuestros para que sepamos como rechazarlo. Esto nos permite hablar
de atracciones y repulsiones. En
primer lugar, (1) el diablo y Jesús son
enemigos irreconciliables. Y con el cristiano pasa lo mismo, su lucha
principal es contra principados y potestades, contra los gobernadores de la
oscuridad, de lo tenebroso, de las sombras y lo que él tiene, y oculta lo espantoso, lo destructivo, “vestirse
como ángel de luz” o sea, venir bonito (2 Co.11:14)
(2) Al diablo se le responde con Biblia (vv.3,4). La respuesta del
Señor está tomada de Deu.8:3, donde se ve que lo más importante no es lo que
entra en nuestra boca, ni siquiera lo que sale de ella sino lo que “sale por la
boca de Dios”, la lectura de ella, su aprendizaje y los sermones. Por encima de
las necesidades básicas. La comparación con el maná es apropiada. No es que
aprendamos a vivir sin comer sino apreciar la palabra de Dios por sobre todo lo
otro. Recuerden que el maná no era carne, era un alimento extraño que se
derretía con el sol sin embargo se podía moler y hasta cocerlo como la harina y
por alguna razón podría llenarse de gusanos. No para enseñarles a vivir del
aire sin trabajar sino a depender de Dios completamente. Más importante que la
comida, dijo Jesús posteriormente, es hacer la voluntad de Dios (Jn.4: 31-34).
(3) La próxima tentación nos enseña a no dar con el diablo ni un solo paso, no ir donde no se interprete correctamente
la palabra de Dios (vv.6,7). No porque en un lugar abran la Biblia o la
citen mucho debemos pensar que es adecuado. El diablo conoce la Biblia. Quiso
ensenársela a Jesús, pero Jesús sabía más que él y una regla para interpretarla
correctamente es no aislar sus textos, hacer doctrina con uno solo sino con
toda ella. Las palabras que el diablo cita están tomadas del Sal.91:11,12,
incorrectamente aplicadas. Un buen sermón no es el que tiene más gritos y no
enseña nada ni el que cita más Biblia por gusto sin que haya interpretación. Y
tampoco dar un paso a esos lugares donde no se usa el sentido común. Lo que le proponía era fanatismo sin sentido
común. Que se arrojara desde lo alto ya que los ángeles cuya principal misión
es custodiarnos del pecado.
El texto lo que enseña es a ser cuidados en nuestros tropezones, cuando uno pone el pie donde no debe y da un paso
equivocado. Son los errores porque no se consultó a Dios. Es para sacarnos de
aprieto en equivocaciones. Aprendamos a
vivir naturalmente no por medio de milagros ni hacerles caso a los muchos
milagreros que se los venden a los pobres, los enfermos y los ingenuos. La
respuesta que Jesús le da se halla en Deu.6:16 que se corresponde con Ex.17:7.
Jesús consideraba que para demostrar confianza en el cuidado protector de Dios
no tenía que saltar al espacio, no había necesidad de deducir de ese acto su
legitimidad divina porque creía completamente en la palabra revelada; y Dios lo
cuidaba. La prueba que el diablo le ponía no era un acto de fe sino de fanático
y un equivocado y trascendente error.
Ahora viene quizás la tentación más peligrosa que no
tiene que ver con la Biblia ni con la iglesia sino afuera de ella,
(4) encandilarnos con el mundo (vv.8-11),
fascinarnos con su brillo, amar y adorar el mundo, caer de rodillas ante un
cuerpo y una cara bonita, ante un fajo de billetes, prendas y joyas y placeres,
ante la moda y el resplandor del aplauso social, el nombre, la fama. Todo a cambio de hacerlo un anticristo, anti
Dios, anti iglesia, anti Biblia, anti fe. Caer postrados ante esas cosas es
estar de rodillas ante el diablo. Las da con el propósito de empujar a Dios
afuera, sustituirlo que si se queda dentro esté en una posición inferior. Jesús
le dijo al diablo o más bien nos dijo a nosotros que digamos que no ya que gloria del mundo es engañosa, no pasa de la
tumba, los aplausos de la sociedad no se oyen en el otro mundo, la gloria
social no da felicidad, la carne y el diablo no hacen felices a nadie. Es un
truco, la felicidad está en el alma y ella es hecha para Dios. No tengas miedo
a que el diablo te rechace por tus principios y tus valores. Alégrate si el
rechazo social es por esos motivos. En vez de sentir atracción lo mejor es
sentir repulsión y decirle al diablo con la mano, no ven sino vete. No se debe
borrar la diferencia entre el mundo y la iglesia.
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