Por una sola migaja lo vendo todo
Marcos 7:28
"Es cierto, Señor; pero aun los perrillos
debajo de la mesa comen las migajas de los hijos".
PERRILLOS BAJO LA MESA |
Si el Señor pusiera su
evangelio debajo de una mesa, ¿tú irías por él a recogerlo? ¿Te meterías debajo
de ella para buscarlo? Si amaras la verdad te humillarías así; aunque en
realidad no sentirías que te has humillado, porque la fe siempre se regocija en
el Señor, en lo más bajo y en lo más alto; donde uno halle al Señor es toda una
felicidad y todo un paraíso. Pienso que
Diógenes no era más feliz dentro de su tonel que yo debajo de una mesa;
él estaba contento allí pensando en su cínica filosofía, pero yo en la compañía
del Espíritu.
Oh Señor, por una sola migaja vendo todo lo que
tengo, por la bendición que tengas preparada para mi alma yo iría a donde tú la
pusieras. Alma, ¿podrías edificarte con migajas, salvarte con migajas? Si lo
que recojo allí lo tiene el Espíritu en sus preciosísimas manos, ¡oh qué
bendición! ¡Cómo me enriquecería! No hay hombre más feliz en la tierra que
aquel que ha hallado una migaja del evangelio, una pequeña dracma, cualquier
cosa que sea de Jesús por diminuta que sea; una sola frase, una palabra, una mirada,
una sonrisa de aprobación, una línea, un poquito aquí, otro poquito allá,
palabra sobre palabra, mandamiento tras mandamiento. No son las grandes
cantidades las que necesitamos, lo poco de Dios es suficiente para salvar
completa mi alma. ¡Oh Señor, si cada mañana yo hallara alguna migaja de tu gran
cena, algún sobrante, cómo te bendeciría mi alma por ella! (Corroborar esto con
Isa.28:10; Mt.13:44,45).
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