No te tires a morir sin que te llegue la hora
2 Pedro 1: 13-15
“Pues tengo por justo, en tanto que
estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve
debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También
yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo
momento tener memoria de estas cosas”.
TODA SU VIDA TRABAJANDO |
"Y considero justo, mientras esté en este
cuerpo, estimularos recordándoos estas cosas...". Nota en la forma
cristiana llena de esperanza con que el apóstol escribe sobre su muerte
llamándola “partida”, y que se produce cuando se sale del cuerpo. Una
referencia de la seguridad que tiene un alma que no se desintegra con la muerte
y que ella es un viaje hacia Dios. El apóstol Pablo también usa esa
terminología cuando refiere que tuvo una experiencia de exaltación espiritual,
y menciona que le quedaba la incertidumbre si eso ocurrió dentro del cuerpo o
fuera de él (2 Co. 12:2). A los hermanos y hermanos en la fe que mueren si hay
que esconderles que se están muriendo, indica el terror que les produce el diagnóstico,
que la fe en el otro mundo no fue bien cultivada. El pragmatismo en los
sermones, el énfasis en ayudar a vivir en este mundo, dar aliento, usar las
promesas como ayuda psicológica, son algunas de las causas que buenos
cristianos, mal nutridos en el espíritu bíblico, teman morir y no puedan decir
como Pablo que en ese caso con la muerte ganaría y que si cuando ella
ocurriera, y ocurrió, no perdería nada y estaría muchísimo mejor allá arriba que acá abajo (Flp. 1:21-23).
Son valiosos los hermanos que despiertan a los
otros, aunque es mejor traducir la
palabra como que es mejor "estimularlos
con recordatorios"; o despertarlos con recuerdos; un estímulo
es mejor que un reproche. Generalmente no es edificante la llamada “crítica
constructiva”; es mejor el estímulo. Lo que el apóstol Pablo recomienda, de
reprender con dureza a algunos (Tito 1:12,13), a los malos cristianos
cretenses, puede que no se aplique a hermanos que se han ido durmiendo en la
fe. Como he dicho, un poquito de estímulo que les recuerde sus épocas de oro,
sus brillantes triunfos, pudiera ser más efectivo que una amenaza de juicio divino
o una actitud despectiva y los viejos, repletas sus memorias con historias, son
los mejores equipados para estimular de ese modo a los que están un poco
decaídos. Ahí está el caso de Pedro, que no sale de un rincón para ayudar
porque nunca ha estado allí sino que antes de irse con Dios decide echar a
andar algo que se quede de servicio en su lugar en este mundo.
¿Qué recuerdos? El apóstol está ya viejo (como el que esto
escribe), el tiempo de su partida está cercano pero todavía tiene algo que
hacer por su Señor, aún sirve a la iglesia según su fortaleza. Y tomó la pluma
y papel y tinta y nació para todas las épocas, esta pequeña carta. Muy bien
hecho cuando se sabe que el tamaño de su futuro es corto. Pedro no se jubiló
nunca. Las enfermedades y limitaciones por los años pudieron limitar su
servicio pero su vocación no desapareció. Algo por la iglesia del Señor pudieran hacer
los que ministros, pastores, diáconos, envejecientes, menos tirarse en una
esquina y dejar que los más jóvenes lo hagan todo. ¿Y la experiencia acumulada,
qué? ¿La dejará que se enmohezca? Si no es un trabajo grande el que pueda hacer,
al menos despertar alguno no será muy difícil para que sea alumbrado y alumbre
de nuevo (Efe. 5:14).
Ya sabes, si Dios todavía no ha enviado a sus ángeles
a buscarte, no te sientes a esperarlos y que en vez de decirte, “bien buen
siervo y fiel, entra en el gozo de tu Señor” te digan, “vamos ocioso”.
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