Dios cansado y molesto
Isaías 7:9-13
“¿Os parece poco cansar a los hombres, que también
cansaréis a mi Dios?”.
No molestes a Dios, o cansar a Dios cualquiera de las
dos palabras pudieran traducirse. Si se te ofrece una oportunidad tan
excepcional para creer no la deseches como hizo Acaz; la incredulidad molesta,
cansa a Dios y a sus profetas. Muy rara vez el Señor ofrece hacer alguna señal
para confirmar su palabra en el corazón de un incrédulo para originarle fe.
Generalmente los portentos están subordinados a la predicación. El caso de este
rey es típico, rechaza la oferta porque no quiere creer; y no quiere
creer para no estar obligado a obedecer. Prefiere que no haya señal, ni
nada, quedarse sin algún testimonio de salvación. El Señor le prometió la señal
y seguro que le hubiera dado gracia para creerla, porque sin ella de nada vale.
La incredulidad molesta a Dios y la de los hipócritas más. ¿No recuerdas como a
Jesús enojaba y entristecía la
incredulidad? (Mr.3:5).
Roguemos al Señor para que nuestra fe no necesite nada
más que el claro entendimiento de su palabra y la suministración del Espíritu
de Cristo. ¿No te parece extraño que el Señor mismo le diga que le pida una
señal? Lo hace porque es incrédulo, los que tienen fe no necesitan señales,
tienen discernimiento espiritual para sacar conclusiones de la Palabra.
La fe se origina por ese discernimiento espiritual (que es un don de Dios, 1 Co.
2:14), y por ese entendimiento, puede prescindir de cualquier ayuda externa, se
vigoriza en la comprensión de Dios. La generación mala y adúltera es la
que demanda señal (Mt. 12:39), los santos del altísimo piden confirmación
interna porque para ellos el testimonio más importante que les da Dios es en
sí mismos (1 Jn. 5:10) (dentro de sí mismos y en sus propias
personas; dentro de la fe en la Palabra de Dios). Cree con una fe pura que no
necesite ver para creer; que le diga a Dios “auméntame la fe creyendo, no viendo” (Luc.17:5).
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