Si fuera válido aritméticamente concebir el infierno
Lucas 8:31
“Y le rogaban que no les
ordenara irse al abismo”. Los diablos no quieren ir al infierno afuera del cual
andan, son los hombres los que no tienen miedo ir allí y acogen la muerte en
pecado con un simple resignado encogimiento de hombros; si supieran, como los
demonios lo saben, lo que es el abismo, sentirían terror de ir a ese
lugar. Los ángeles se alegran cuando un pecador se arrepiente porque conocen de
la condenación tan espantosa que se ha salvado (Luc. 15:10). Los demonios andan
afuera del abismo no porque pueden sino porque se les da permiso; aquí en la
tierra. No hay otro sitio donde ellos puedan ir, si no es en la tierra, aunque
sea dentro de cuerpos de cerdos, en lugares secos, tiene que ser en el
infierno. El hecho de que la tierra es el único lugar donde ellos pueden estar
significa que es el único sitio donde hay vida y corrupción; cualquiera
otro lugar sideral que imagine seres semejante a los hombres en pasiones y
forma, es pura fantasía, un producto del cine moderno.
En el NT el infierno se
piensa como un abismo, un hueco, un lugar infranqueable o sima (Luc. 16:
26) o un pozo sin fondo (Apc. 9:1, 2). No debe ser un lugar de absoluta
aniquilación porque el miedo diabólico aquí revelado y la conciencia de los
pecadores mostrada tras la muerte en otros pasajes, no revelan que alcancen un
clímax de extinción eterna sino más bien de muerte eterna, que no es lo
mismo. Ha de ser un lugar de mucho sufrimiento; eso sí, un vacío, una
depresión, la nada, un sitio sin Dios, al menos sin sentirlo. Debe ser algo muy espantoso existir
en la nada, yéndose siempre hacia la nada, convirtiéndose en nada, volviéndose
nada, desintegrándose perpetuamente, aniquilándose sin fin.
Un lugar y un estado donde se existe pero de modo
negativo, a la inversa, como boca abajo, al revés, como salir a la eternidad
por la parte de atrás, navegar de espaldas, desde el primer día de la muerte
convertirse en menos uno, menos dos, menos tres, menos mil; partiendo desde el
cero hasta menos infinito, si es que fuera válido aritméticamente
concebir el infierno.
El infierno es la
contrapartida de la existencia, la fuerza negativa del mal, un lugar creado por
Dios para el diablo y sus ángeles (Mt. 25:41) y que se describe como "las
tinieblas de afuera" (Mt.
21:30); es decir unas tinieblas afuera de Dios que es luz; para depositar en él
todas las fuerzas del mal, que son las potestades y principados, los
gobernadores de las tinieblas, poderes espirituales (Efe. 6:12). No hay
injusticia moral en eso, es una necesidad físico-espiritual, un
derrotero tomado por elección propia, voluntariamente, la entrada a un viaje
perenne iniciado en este mundo. Allí
irán todas las fuerzas negativas del mundo, la antimateria, anti-dios,
anticristo, todo lo a y lo anti, que indique esencialmente
ausencia y oposición: lo amoral, lo inmoral, lo feo, lo oscuro, lo dudoso, la
incertidumbre, la negación de lo que es, el ateísmo, el agnosticismo, la
mentira y la muerte. Hoy los hombres hablan de fuerzas psíquicas,
fuerzas de la mente y de poderes espirituales o energías, de modo
abstracto sin personificarlos como enseña la Biblia; las usan en
investigaciones de crímenes, en viajes astrales, en centros de espiritismos, en
sesiones hipnóticas y en cultos de sanidades para obrar milagros. Todos los que
las usen, que se pongan a disposición de ellas serán arrastrados al mismo sitio
hacia donde ellas van y seguirán su destino: el abismo.
ResponderEliminarBuen dìa Humberto
las usan en investigaciones de crímenes, en viajes astrales, en centros de espiritismos, en sesiones hipnóticas y en cultos de sanidades para obrar milagros.
Es difìcil entender pero sobretodo explicar a las personas por què esto es malo si el objetivo final es ayudar a las personas.
Saludos
Anónimo, algunas veces ayudan y otras dañan, en sentido general el propósito de esas fuerzas es atar a las personas a otras cosas que no son el evangelio de salvación.
ResponderEliminarPor ende están prohibidas por Dios. Los “bienes” que el diablo hace los cobra caros. Nunca regala nada.