Cercena de tu alegría o tristeza la palabra número
1 Crónicas 21:1-8
“Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese
censo de Israel.2 Y dijo David a Joab y a los príncipes del
pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre
el número de ellos para que yo lo sepa.3 Y dijo Joab:
Añada Jehová a su pueblo cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor?¿Para qué procura mi señor esto, que será para
pecado a Israel?4 Mas la orden del rey pudo más que
Joab. Salió, por tanto, Joab, y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén y
dio la cuenta del número del pueblo a David.5 Y había en
todo Israel un millón cien mil que sacaban espada, y de Judá cuatrocientos
setenta mil hombres que sacaban espada.6 Entre éstos no
fueron contados los levitas, ni los hijos de Benjamín, porque la orden del rey
era abominable a Joab.7 Asimismo esto desagradó a Dios,
e hirió a Israel.8 Entonces dijo David a Dios: He pecado
gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque
he hecho muy locamente”.
No
hacía falta contar a Israel en esta ocasión, aunque los censos estaban autorizados (23:3), la buena cifra traería mucho orgullo a David; era
mejor que no participara del conocimiento del éxito que tenía. Aún Joab, un
hombre sin el Espíritu se dio cuenta que esto sería para pecado (v. 3).
“Número” (v.3), esa palabra tiene mucha importancia hoy en el mundo
eclesiástico y todo se mide por ella, la más importante en la sicología del
líder moderno. Dios no le dijo al apóstol Pablo que escribiría la mayor parte
del NT y que sus convertidos crecerían mientras el mundo durara. Y eso que él se
esforzaba en aumentar el número de sus convertidos y que se hiciera mayor y
mayor (1 Co. 9: 19), pero no para colgar cifras al cuello de su reputación y ser
tenido como un pastor y apóstol de éxito.
Es cierto que los evangelistas
contaban cuatro mil y cinco mil pero
para aumentar la fama de Jesús, y ¿es
con ese propósito que nosotros contamos los miembros de nuestra iglesia,
bautismos, y hacemos comparaciones desventajosas para otros para que Jesús reciba
la fama? El deseo y el gozo de que el número crezca tiene que ser teológicamente
puro, esto es, para que haya muchos salvados y multitud de pecados personados,
para que haya menos rebeldes que blasfemen contra Dios, para que sea más grande
su reino.
Se
puede decir de muchos que han muerto creyéndose casi sin hijos espirituales se
asombrarían si supieran los muchos que sus escritos y biografías han engendrado. No necesariamente
donde haya gracia tiene que aumentar el número. Debiera, pero a veces uno no
sabe por qué no pasa. Tal vez porque falta más oración, más dones, más trabajo, más
ganas que la iglesia crezca.
Cuando
Bernabé llegó a Antioquia vio “la gracia de Dios y se regocijó” (Hch.
11:21-23). Se menciona la palabra número pero no la cifra, o sea, muchos; y lo
que dio alegría a Bernabé fue la conversión de los gentiles, su cambio. Tenemos
que cercenar de nuestra alegría o tristeza (y no andar acomplejado, deprimido y derrotado), la palabra número y ponerla en otros aspectos
de la gracia; por lo menos que el número no sea lo principal. Los números
hinchan al predicador, lo vuelven arrogante, y si lo que busca en eso es para
ponerlo junto a su nombre y hacerse famoso y envidiado, seguro que por todos
los medios tratará de aumentarlos, a como dé lugar, con genuinas o falsas
conversiones a Cristo. Esas motivaciones y pasajeros delirios de grandeza, desagradan a Joab, y eso que no es nada espiritual, y a Dios. Y Satanás que incitó el censo porque conocía el efecto de la palabra número en la sicología del líder, fue quien obtuvo éxito.
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