El excelente trabajo de la salvación
Meditaciones mañaneras
17 Noviembre
“Trabajad en vuestra salvación” (Fil.2:12).
Esta mañana pensaba: “Voy a trabajar un poco en mi
salvación”. Es el trabajo más importante que tengo cada día; hay otras cosas
que también tengo que hacer, muchos deberes con la iglesia, la familia, con
otros pecadores, pero nada es tan importante como el trabajo con y dentro de mí
mismo. No es que tenga que menospreciar y desatender las otras cosas que no
pertenecen a mi salvación porque ellas también me importan y gozoso les dedico
tiempo; pero nada es más importante ni tiene para mí más placer que el tiempo
del día que dedico a trabajar en mi fe, en mi arrepentimiento, en el
fortalecimiento de mi hombre interior, en la búsqueda del alimento espiritual
que mi alma hambrienta necesita, en el hallazgo de los manantiales frescos del
pozo de la vida, en la preparación del ungüento espiritual que refresca mis
cansados músculos. Como María, ese momento es la buena parte que escojo
(Luc.10:42) la cual no quiero que nadie me quite.
Quizás sientas también que cada día tu salvación tiene
que ser mejorada. No me refiero a aquella parte que el Señor hizo en sí mismo
como la justificación, la redención, la expiación. No tienes necesidad de obrar
para completar tu justificación porque Cristo la obró por nosotros, ni pagar
algún precio extra que se junte al monto del valor de su sangre, ni usar duro
trato del cuerpo, que no tiene poder sobre los apetitos de la carne ni
puede expiar el pecado que ha ido a la conciencia. Sin embargo, no pretendo
haberlo alcanzado, ahora no he logrado el premio y aquellos dones por los
cuales he sido salvo noto que no son perfectos y diariamente tienen que ser
perfeccionados. La fe madurar, hacerse más segura convicción sobre las promesas
de Dios, el arrepentimiento más frecuente y completo, más ferviente en espíritu,
más solícito en lo que requiere diligencia, más constante e intensa la
oración, el amor más inalterable (Efe.6:24), las alabanzas más
frecuentes y sentidas. En una palabra, cada
día ser mejor cristiano.
Es dulce trabajar en la salvación propia, gran
placer sentirse acompañado por Jesús mientras me ejercito para la piedad,
sentir que no es un trabajo solitario, sino que él se halla junto a mi corazón
y hasta me ayuda con su Espíritu a completar mi deseo de mejorar aquellas cosas
que me entregó. Mi salvación se inició hace años y ahora está más cerca de
completarse que cuando creí, y procuro que el trabajo que hago para otros y
para mí mismo sea cada vez más excelente.
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