No te asombres del retroceso del cristianismo
Lucas 4: 28-30.
“Y levantándose, le echaron
fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual
estaba edificada su ciudad para despeñarle. Pero El, pasando por en medio de
ellos, se fue”.
Nazaret está situada entre
montañas. No fueron los hechos
humanitarios de Jesús los que irritaron a sus conciudadanos sino sus palabras, al punto que quisieron
arrojarlo a un precipicio; y Jesús se
dejó empujar por ellos hasta el punto mismo del homicidio, y cuando
estuvieron a punto de consumar su barbarie, decidió desaparecer de la vista de
ellos, perderlos, y pasando por enfrente de todos sin ser reconocido le volvió
la espalda y tranquilamente se marchó.
Es una forma extraña de Jesús
de permitir el mal contra sí mismo, dejando a los hombres expulsar todo el
pecado contra él que tienen dentro; pero sin dejarse dañar personalmente si no
quiere. Jesús retrocede cuando quiere, se deja vencer hasta donde le es
permitido, deja que hagan guerra contra
los santos y vencerlos (Apc. 13: 7), pero después se recupera. No te asombres
del retroceso que hoy parece tener el cristianismo, los incrédulos de Nazaret
quieren despeñarlo en el hueco del olvido, pero eso no sucederá, y cuando parezcan haber triunfado sobre nosotros,
enfrente de sus mismas narices el Señor volverá la situación sobre sus pasos, y
sus dos testigos, Moisés, Elías, esto
es: la Ley y los Profetas, y sus doce
apóstoles, tomarán vida y los que expusieron sus cadáveres en la plaza
pública, digamos la prensa, la radio, el cine, la televisión, no podrán explicar el milagro de su resurrección (Apc. 11: 7-12).
El cristianismo tiene raíces muy profundas que nadie puede sacarlas, quiero decir del cerebro humano, a no ser que con el intento se le rompa el cráneo al hombre y se eche afuera su íntima semejanza con Dios. Si hubiera con qué reemplazarlo, satisfactoriamente, pero no lo hay.
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